Capítulo 7

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Que me haya venido la regla no tiene nada de gracia, pero ha tenido sus ventajas también. Eva me ha acompañado al baño y he alcanzado a conocerla algo mejor. Es muy buena chica. No puedo descartarla de entre los sospechosos, en teoría. Sin embargo, me apuesto el brazo izquierdo (y que quede claro que soy zurda), a que ella no fue.

Cuando salgo, Jorge está ahí fuera solo e Irina ha desaparecido. Por lo visto, ha ido a clases de ballet y le ha pedido a Jorge que le diga a mi nueva amiga que la llame para confirmar que la recogerá para ir al cementerio. Mi expresión cambia al oírlo y Jorge parece notarlo porque me dirige una sonrisa de complicidad, como indicando que tiene algo que contarme.

-Gracias, Jorge. La llamaré más tarde y le diré que sí. - suspira algo entristecida- Supongo que ya vendrá Louis Tomlinson a Fuengirola en otra ocasión...

Ambos abrimos los ojos como platos y nos damos cuenta a la vez.

- Nosotros también tenemos entradas para ver a Louis Tomlinson esta noche. - exclamo. Técnicamente, las entradas las tiene Nikki, pero son para nosotros.

-Wow, es maravilloso. Pasáoslo muy bien, grabad vídeos y enviádmelos por Instagram, me encantará verlos. - Cuando estábamos en el baño, Eva me dio sus usuarios de redes sociales, lo que me recordó que mi teléfono debería estar ya cargado.

Escuchamos a Edgar llamarnos porque una mesa se ha quedado libre para nosotros, así que nos despedimos de Eva y nos sentamos a comer. Es justo en el instante en el que empiezo a pensar qué pedir, en el que me doy cuenta del hambre que tengo. Debo llevar mucho tiempo sin comer.

En mi cerebro veo clara una imagen, que identifico como un recuerdo.

Bailo con mi vestido amarillo, dándolo todo. Noto como todos me miran, pero después del quinto cubata, ya no me importa ser el centro de atención. Estoy preciosa, el vestido resalta mis curvas y me aprovecho de ello. Soy consciente de que podría tener a cualquiera de los chicos que están en esta discoteca ahora mismo, rendido a mis pies.

Sin embargo, tengo los ojos puestos en uno. Es alto y tiene el pelo rizado, no es que sea especialmente guapo, pero es el único chico de la sala que baila con una chica. Baila con ella y exclusivamente para ella y eso se me hace muy tierno. Quiero eso para mí. Alguien que me baile y me mire así, con esos ojos, que no son preciosos, pero deben ser los favoritos de la chica porque su mirada le pertenece. Maldita chica rubia. ¿Qué tiene ella que no tenga yo?

Quizás sea el alcohol, pero ese chico deja de ser algo que quiero para convertirse en algo que necesito. Es un capricho y el vodka que corre por mis venas se propone hacerlo realidad.

Me hago paso entre las miradas de deseo de cientos de hombres. Algunos pasan sus manos por mi vestido, y aunque pienso que es patético, ni siquiera me giro. No estoy para tonterías. Es por esto que quiero un hombre como ese.

El destino debe estar de mi parte, porque la chica de mi príncipe se aleja de él para atender una llamada, tambaleando debido al efecto que hacen en ella el vaso de tequila que tiene en la mano, junto a los que se haya bebido antes. Es mi momento de atacar.

- Hola, guapo. – me dirijo a él alzando la voz para que se me escuche por encima de la música.

- ¿Necesitas algo? – pregunta sin siquiera mirarme.

- Que me mires a la cara y que me digas como te llamas.- Mi voz es seductora. 

Cuando alza la cabeza y me ve, su expresión cambia. Ya no es dulce, ni gentil. No logro descifrar que hay en sus ojos. ¿Picardía?

- Soy Ethan, ¿cómo te llamas tú, princesa?

Increíble. Es como todos los demás. Cae en mis redes en cuanto me ve y no piensa en su chica ni un momento.

Mantén la distancia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora