Capítulo 12

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Edgar aparca en doble fila en la entrada del cementerio y yo salgo escopetada hacia la entrada. Ni siquiera sé exactamente adónde voy, pero necesito llegar rápido. No me hace faltan que me indiquen en qué sala es el funeral de Diana porque de la puerta situada justo a la izquierda, una vez pasada la entrada; salen gritos, lloros y millones de gemidos de dolor. Parece que alguien está sufriendo, probablemente lo suficiente para acabar muerto en unos minutos.

Le ordeno a Edgar que se quede fuera y llame a una ambulancia. Al principio, se niega y dice que él también quiere ayudar y que no va a dejarme entrar sola. Finalmente lo convenzo con el argumento de que él es el único testigo y su vida es imprescindible. Realmente no me extrañaría que fuese la próxima víctima así que le sugiero que se esconda tras un árbol, que está algo alejado de la entrada del cementerio, pero en un punto estratégico desde el que se ve todo.

Me acerco a la puerta de la sala y me armo de valor antes de empujarla. Uso todas mis fuerzas, pero la puerta no se abre. Está cerrada con llave. Grito, como loca, para ver si alguien es capaz de oírme, sin embargo me doy cuenta de que eso es casi imposible. Además de los gritos, se escucha música de discoteca a toda voz. "Por supuesto. Así están distraídos y aislados."

- Desgraciada. - susurro, con las lágrimas abandonando mis ojos.

- ¿A quién llamas desgraciada, pedazo de rata de alcantarilla? - Me quedo helada. Esa voz... Sé que debo girarme, pero al mismo tiempo no quiero. - ¡Vamos, mírame! ¡Si voy muy guapa!

Me giro y la veo. Nikki está de pie, delante de mí, con su pelo corto amarrado en dos trenzas de boxeadoras absolutamente perfectas, vistiendo el jersey azul con el que la conocí esta mañana. "Pero no hay nada más ahí, aparte de un hilo azul."El hilo azul de mi mochila, era de su jersey. 

- Es de mala educación venir de azul a un funeral. - "Si actúas como si no tuvieras miedo, los miedos empezarán a temerte a ti."

- Oh, ¿no te gusta mi jersey? ¡Qué mal gusto, cariño! - se levanta la parte trasera de la prenda y saca del bolsillo del pantalón, una navaja azul metálica. Mis ojos se abren como platos y retrocedo pegándome a la puerta cerrada. La cabeza me duele más cada vez y, aunque llevo las gafas, veo algo borroso. Ella se ríe. - Ahora entiendes el outfit, ¿a qué sí? Es que, como le regalé a tu amiguito mi anterior navaja, he tenido que comprarme otra. Es nueva. ¿Qué te parece si la estrenamos?

Miro a ambos lados, pero no hay nadie para pedir ayuda.

- ¿Por qué me matarías? - digo. Es una piscópata. Sé que puedo distraerla, hasta pensar una manera de huir.

- ¿Por qué no iba a matarte? Tú lo has arruinado todo. - La confusión en mi rostro lo dice todo. - Ah, claro, no te acuerdas porque te drogué. - Se ríe como si fuera la mejor humorista del mundo. - Cuando tú tonteaste con Ethan en la discoteca, Diana me llamó a mí por teléfono, llorando, como de costumbre. Ese patán siempre la hace llorar.

- Tú eras su mejor amiga y la asesinaste. - Se lo recrimino, porque sé que moriré de todas formas.

- ¡No me quedó otra! - su grito es fortísimo - Mi plan inicial era matar a su novio, pero ella se negó y empezó a tacharme de loca.- "Es que lo estás."- ¡Me dijo que iba a llamar a la policía! Eso sí que fue una traición de amigas. Tuve que matarla. Me supo mal y eso, pero bueno, nada es para siempre. - Se queda mirando al infinito durante unos segundos y después, vuelve a fijarse en mí. - Mi plan era perfecto. Iba a inculpar al subnormal de tu chico, porque lo vi besándola, mientras esperaba a que yo apareciera para llevarla a casa. Con un poco de droga no podría negarlo y él tenía razones. Es decir, la besó, sin saber que tenía novio. Se me presentó el asesino ideal, pero entonces llegaste tú. - Está furiosa.

Hago el esfuerzo y consigo recordar lo que Nikki me está contando.

"He bebido demasiado, voy a vomitar." Llego al baño, pero hay una cola inmensa, así que salgo por una puerta trasera que veo y camino hasta un callejón donde vomito todo lo que almorcé. "Debí elegir otro día para probar el espeto de sardinas." El sabor a vómito es horrible. "Valeria me dijo que no bebiera. ¿Por qué siempre me empeño en no hacerle caso?" 

Me giro para buscar un taxi que me lleve al hotel, pero me choco con una chica con un mechón de pelo azul. 

- Oye, tú no tienes pinta de ir de fiesta. - La miro de arriba a abajo.- Ahhhhh, ¡ya lo entiendo! Eres pintora. 

- ¿Pintora? - No sé si será pintora, pero muy agradable que se diga, no es.

- Sí, tienes todos los pantalones manchados de pintura roja. Mira. - me agacho y toco una parte del pantalón que parece aún húmeda. Cuando me acerco y noto el olor intenso a sangre, me doy cuenta de que aún estoy borracha y de que eso no es pintura. Me limpio el dedo rápidamente en el vestido y la chica me cuenta que trabaja en una carnicería. 

En ese instante aparece un chico muy guapo en el callejón. 

- ¡Bien, más gente! ¡Nuevos amigos! - Cuando bebo a veces me comporto de una manera algo infantil. El chico me sonríe como si se apiadase de mí. 

- ¿Alguna de las dos ha visto a una chica bajita, que parecía rusa? - Los ojos de la carnicera se abren como platos. - Nos besamos y salió algo ofendida porque la aparté, pero es que no sentí la chispa y... 

- No me cuentes tus problemas. - "Definitivamente no es simpática"

- Ay, amiga cortavacas, no seas borde. Eso que dice el chico es muy bonito. Yo quisiera sentir esa chispa. - Él me mira y algo en mi corazón se enciende. Nos presentamos y empezamos a tontear un poco, pero la chica borde asesina de cerdos vuelve a interrumpir. 

- ¿Qué necesitas ahora? Vete a matar a un pollo. - Culpo al vodka de haber dicho eso. 

- No es lo que yo necesito, sino lo que necesitáis vosotros. - Nos ofrece a ambos un medicamento en polvo para el dolor de cabeza y, como si fuera agua en medio del desierto, ambos aceptamos de inmediato. 

- ¡Yo pensaba que eras carnicera! - le digo.

- Sí, pero en cuanto te hubieras enterado de la muerte de la chica, hubieras contado lo que viste. Intenté sacarte del mapa de mejor forma, pero eres una pequeña sabandija. Voy a clavarte esto infinitas veces. - Se le ve en nos ojos que realmente necesita ayuda psiquiátrica. 

- ¿Te das cuenta que al final va a morir todo el mundo menos Ethan? Tu plan no ha funcionado en absoluto. - Ella ríe a carcajadas y dirige la mirada hacia la puerta de la sala. Entiendo el gesto. Ethan es la víctima que sufre ahí dentro. - Tres muertos, triple de diversión.

- Estás loca. Eres una psicópata. 

- Todos me dicen eso justo antes de que los asesine. - Sonríe. La muy capulla va y sonríe. - Pararé la música. Por si acaso no se escucha como sufres. Quiero que te oiga llorar tu chico. 

Oírla decir "por si acaso" me recuerda algo. Nunca pensé que fuera tan habilidosa, pero en el instante en el que ella saca su móvil del bolsillo, yo saco la navaja de mi bolso. Su mirada de rivalidad es clara. Forcejeamos un poco, sin embargo en unos minutos, estoy en el suelo y y su navaja roza mi pecho, acariciándolo. 

-Es el momento. ¿Algunas últimas palabras? - "J, contigo sentí esa chispa." Cierro los ojos, preparada para morir. 

Mantén la distancia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora