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Caminaba de un lado al otro en la habitación de su vecino jugando con dedos mientras este lo observaba divertido. Estaba entrando en una especie de crisis y el rubio lo único que hacía era reírse, por dentro quería golpearlo.
── ¿Porqué estás tan nervioso? Ya dijiste todo, ¿No? ─ Preguntó el oji verde, agarrando un paquete de patatas de la cama.
── ¡Le colgué, Rubius, le colgué por miedo! ─ Exclamó, parando de dar vueltas y viéndolo enojado.
── ¿Miedo a qué? ─ Abrió los ojos confundido. La pregunta lo puso a pensar unos instantes. ── ¿Te da miedo que te guste? ─
── No... No lo sé. ─ Puso ambas manos en su pecho, jugando con los botones de su camisa.
El rubio se levantó de su cama y se acercó al más bajo dándole un abrazo repentino, el bicolor aún sorprendido correspondió lentamente al acto de su amigo. Después de unos segundos el otro se separó, viéndolo con una sonrisa divertida, el bicolor frunció el ceño.
── ¿De que te ries? ─ Preguntó a la defensiva, el rubio soltó una leve carcajada.
── Recordé tu cara de pánico cuando le colgaste a Karchez. ─ El bicolor enrojeció, alejando al rubio de un brusco movimiento.
── ¡Eres un idiota! ─ Se cruzó de brazos indignado, viendo hacía otro lado mientras sentía sus mejillas acaloradas.
De pronto el sonido del timbre llamó la atención de ambos, se miraron entre sí confundidos y salieron de la habitación en dirección a la entrada de la casa. El rubio observó por la ventana de quien se trataba y al darse cuenta quien era volteó rápidamente viendo a su amigo. El timbre volvió a sonar.
── No me lo vas a creer, pero Karchez está justo ahí afuera. ─ El más bajo abrió los ojos paniqueado, corrió rápidamente hacía la habitación sin dejar que el rubio hablara de nuevo y entró en esta encerrandose dentro.
── ¡Rubius! ─ El oji verde suspiró, se acercó a la entrada y abrió la puerta, viendo el ceño fruncido del castaño. ── ¿Donde está Axo? ─
── ¿De que Axo hablas? ─ Sonrió nervioso, Karchez alzó una ceja irónico. El rubio no podía mentir bajo presión.
── El único que conoces. ─ El oji verde carraspeó, desviando la vista hacía la habitación llamando la atención del castaño. ── ¿Axo está contigo? ─
── Ehh... ¿Para qué lo necesitas? ─ Se recostó sobre la puerta, según él, para verse más "tranquilo".
── Necesito hablar con él, urgente. ─ Frunció de nuevo el ceño, aunque tenían casi la misma altura Rubius se sintió pequeño por un instante ante su intimidación.
