Capítulo 01

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  En el reino de Algratown, vivía la familia real, reconocida por ser nombrada una de las mejores al mando; además de su gran espíritu líder, eran centro de atención por su peculiar apariencia. Muchos rumoreaban que fueron un regalo del reino de los ángeles, otros pregonaban que se trataba de una maldición por el reino de las hadas; mientras que otros decían que provenían del reino de las sirenas; todas sus teorías contaban lo mismo, dicha familia había nacido del amor que existió en un hombre y una mujer un tanto particulares, quienes fueron condenados a tener herederos poco comunes. Tendrían 5 generaciones de herederos y herederas a quienes se les complicaría contraer matrimonio por el aspecto que tendrían, sin embargo , luego de estas, seguirían 5 generaciones poseedoras de una belleza irreal.

En dicha familia, todos los integrantes eran más que admirados por su reino, todos incluido el príncipe Hunter; a pesar de que casi nunca se involucraba en los eventos de socialización con el reino, siempre había sido venerado por la belleza que poseía, la cual hizo que cada doncella que lo conociese quisiera ser desposada por él,  idea que era una pesadilla para  el noble; nunca se interesó en encontrar pareja, se la pasaba paseando por los hermosos paisajes de su reino o el jardín mágico que su palacio poseía.

Una mañana entró a la biblioteca del pueblo de manera cautelosa; a pesar de que contaba con una muy amplia en el palacio, le atraían más los manuscritos de un pueblerino sin seudónimo, los cuales solo se vendían en aquel lugar; en su mayoría eran poemas:

- Hola Alfonso, ¿Cómo estás? - saludo mientras entraba.

- Buen día su majestad, muy bien- respondió el dueño con una reverencia.

- ¿Tienes algo nuevo para mí? - preguntó mientras revisaba algunos de los estantes.

- Sí su majestad, esta mañana llego material del que le gusta, decía ser nuevo y mucho más valioso.

- Es del mismo pueblerino, verdad?.

- Así es mi señor.

- Me alegra.

- ¿No le gustaría conocerlo? - cuestionó el hombre mientras sonreía de una manera algo socarrona.

- ¿En serio? Claro que sí- respondió emocionado.

- Yo también jajaja, nunca lo he visto, casi siempre deja su trabajo en mi entrada junto con una carta y se va.

- Que, extraño- dijo el príncipe un tanto asombrado.

- Por cierto majestad, he notado que usted tiene cierto parecido con un joven de por aquí, que curioso ¿no?.

- Si jaja, realmente curioso.

Pasaron unas cuantas horas mientras el soberano leía junto al río alejado del pueblo resguardado por sus guardias, quienes se encontraban a varios metros de distancia, restringiendo el paso de jóvenes pueblerinas quienes buscaban a toda costa tenerlo cerca; pese a todo ello, se sentía en paz. De pronto, trompetas y tambores comenzaron a sonar a lo lejos; la fiesta en el castillo había comenzado.




~





Al llegar, notó la molestia de su hermano mayor:

- ¡¿Dónde demonios estabas?! - preguntó el príncipe Carlos con una expresión aterradora en el rostro.

- Solo fui a recoger un libro al pueblo.

- Sabe perfectamente que no puedes ir solo- reprocho el descendiente con amargura.

-Tranquilo, no fui solo- respondió de manera despreocupada.

- Solo ve a prepararte, nuestros padres nos necesitan en el baile.

- De acuerdo, nos vemos ahí.

Mientras se dirigía al salón principal, no pudo evitar preguntarse:

- ¿Por qué motivos mis padres solicitarían mi presencia con tanta urgencia ?, Espero y no sea para buscarme una esposa.

Ensimismado en sus pensamientos, vio como miles de sirvientes regresaban de la fiesta cargados de regalos; al ingresar, notó  la presencia de la familia real del reino de los duendes, sabía lo que significaba, si llegaron buscando compromiso, pero con su hermano mayor; al acercarse se percato de alguien en particular:

- Su majestad, es un verdadero placer tenerlos en nuestro hogar, que alegría volver a verlos- dijo Hunter en son de saludo.

- Príncipe Hunter, tan educado como siempre, que gusto volver a verlo- respondió el rey Franco, gobernante del reino conjunto.

- Lo mismo digo su majestad.

- Como iba mencionando, mi hijo estaría encantado de conocer mejor con a la princesa, majestad-  incito la reina mientras se acercaba a Carlos.

- Oh no..... 

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