©𝐄 𝐓 𝐄 𝐑 𝐍 𝐀 𝐒 𝖙𝖆𝖗𝕶

𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍𝐓𝐇!

SE DIJERON A SÍ MISMOS que nunca podrían revelarle a Nesryn su don. Ajak los hizo prometerlo, puesto que no era la primera vez que borraban fragmentos de la mente de la joven Eterna. La líder de los Eternos sabía muy bien, que esto a un largo plazo solo traería dolor a la joven, descontrol y caos, sin embargo no podía negar las órdenes que Arishem le daba. Nesryn había sido un error mal calculado que parecía no tener solución conforme las décadas pasaban.

— ¡Es suficiente! ¿Hasta cuando seguiremos haciendo esto? Entre más borran su memoria menos puede controlarse a sí misma. ¿Que pasará el día en que recuerde todo esto? — cuestionó Kingo observando el cuerpo inerte de Nesryn en una enorme mesa de las habitaciones del Domo, donde Ajak eliminaba recuerdos de Nesryn cada vez que ella lo creía conveniente —. Yo les dire que pasará, nos buscará y nos culpará, nos odiará y se irá lejos, porque ninguno de nosotros se opuso a aquello. Sobre todo tú — apuntó a Druig quien estaba recostado en una pared sin decir nada, con la vista perdida.

— ¿Qué se supone que haga? Puede lastimarse a sí misma y entonces no tendría salvación. ¿Has visto lo que puede hacer? Nos ha sometido con unas palabra. A todos, al pueblo, a los Desviantes. ¿Qué clase de poder le otorgó Arishem?

— Nunca lo sabremos porque borramos cada memoria que logra tener ¡Nunca podrá tener el control que necesita porque se la seguimos borrando!

— ¿Y qué se supone que se debe hacer? Es más poderosa que todos nosotros juntos, debe mantenerse así por un tiempo — intervino Ikaris mientras que Ajak seguía trabajando en eliminar ciertos fragmentos, supliéndolos con otros, o modificándolos brevemente. Pero esto tenía una consecuencia, sus recuerdos nunca se irían del todo, solo estarían guardado en una caja, una caja que mientras el tiempo pasara se desgastaría, y se volvería frágil para que en cualquier momento, se abriera de golpe y Nesryn los recibiera.

— Espero que cuando recupere todos sus recuerdos haga que te arrodilles ante ella. Todos ustedes, incluso yo, para pedirle perdón. Por ser tan cobardes — Kingo estaba molesto, claramente, Nesryn era una gran amiga con el, una persona que se quedaba escuchando sus deseos y sueños lejos de ser un Eterno, alguien con el que no debía sentirse juzgado. Sin embargo con cada movimiento que hacían en su mente, Nesryn no era la misma. Muchas veces la podías encontrar observando a la nada durante horas, sin decir nada, y sin moverse. Se volvía distante, y muy reservada. Y luego, explotaba, su don renacía nuevamente y tenían que borrarle aquellos fragmentos que se llevaban parte de su personalidad y aprecio por los que la rodeaban.

Kingo esperaba que ella no lo odiara por ser demasiado débil como para defenderla.

TONY STARK ESTABA PREOCUPADO por su hija, quien se había desmayado, hace ya dos días y contando, Natasha se había quedado también al cuidado de Nesryn mientras que Pietro le hacía visitas ocasionales puesto que corría de un lugar a otro, con su hermana y luego para ver a Nesryn. Sus signos vitales estaban bien, y no parecía tener ningún daño externo, pero su mente, las ondas de su mente asustaban a Tony, la manera en la que sus movimientos sensoriales se apagaban y encendian mostrando grandes escalas que nunca antes había visto. Tuvo que contactar a todos los Eternos a la mitad del segundo día. Fueron llegando poco a poco a la espera de Ajak quien llamó a Phastos para que ambas ingresaran a la sala donde reposaba la joven Vengadora. Tony se había negado a dejarlos solos con su hija, por lo que se mantenía atento a cualquier movimiento en la esquina. Ajak acarició la frente de Nesryn, pero en el momento en que la toco un dolor recorrió todo el cuerpo de la líder y la hizo retroceder. Su cuerpo entero se lleno de pánico y arrepentimiento, además de miedo.