Querida hermana,
Esto ya no puede empeorar más.
Pensaba que esta mañana fui la primera en levantarme pero para mi sorpresa no fue así. Después de un rato en el salón papá apareció preguntando por mamá. No estaba en casa. Estuvimos esperando a que llegara, pero ese momento nunca ocurrió.
Al entrar a mi habitación después de comer encontré algo.
"Cuídate pequeña, cuidaros los dos, estaréis mejor sin mí. Te quiero."
Un puñal, si un puñal clavado en mi pecho, es la descripción perfecta de lo que sentí en aquel momento.
La almohada empapada, la nota arrugada en mi mano apretada, mis piernas pegadas a mi pecho lo más posible, mi corazón a punto de salirse y estaba segura de que mi respiración se escuchaba en la casa de al lado.
No sé cuento estuve así, minutos, horas, solo sé que cuando me desperté y me mire al espejo tenía los ojos hinchados, rojos, los labios agrietados y los pelos alborotados, mi ropa estaba arrugada y mi habitación echa un desastre, la nota ya no estaba en mis manos.
No sabía dónde estaba papá, no lo había visto desde ayer, pero creo que fue a verme mientras dormía ya que me había despertado entre las sábanas.
Salí de mi habitación con mil y un sentimientos y pensamientos, con miedo a que papá también me hubiera dejado, con esperanzas de encontrar a mamá, ¿cómo sería mi vida ahora? No lo sabía, pero una cosa estaba clara, peor que ahora imposible.
Llegue al salón y no encontré a nadie, todo estaba en su sitio de siempre, igual que en la cocina. No sabía dónde estaba papá, fui a su habitación y allí lo encontré. Tumbado en la cama, en la mesa había un vaso y en sus manos una botella de alcohol vacía. Había estado bebiendo ¿recuerdas cuando dije que nada podría ir peor? Pues mejor olvídalo.
Salí de la habitación sin hacer ruido para que no se despertará y todo comenzará de nuevo, como hace tres años.
No podía salir, si averiguaba que no estaba en casa sería peor, no encendería la televisión lo despertaría, solo podía hacer una cosa.
Agarré todo la comida que pude y me encerré en tu habitación, debía permanecer allí al menos tres días seguidos haciendo el menor ruido posible para que no volviera a pasar.
