[Faltan 25 días]

125 17 2
                                    

Querida hermana,

No te paro de pensar. Una frase.

No te paro de pensar. Cinco palabras

No te paro de pensar. Ocho sílabas.

No te paro de pensar. Dieciséis letras.

No te paro de pensar. Yo tampoco paro de pensarlo.

Ese mensaje, ese maldito mensaje no salía de mi cabeza.

Al día siguiente, 1 de Julio, al fin comenzaron las vacaciones. No más insultos, no más miradas, no más adolescentes estúpidos, no más gente superficial, no más deberes, no más estudios. ¿Me sentía mejor?

No.

Yo seguía estorbando. Yo seguía sin servir para nada. Yo seguía siendo una mierda. ¿Por qué? Porque yo seguía estando ahí. Seguía viviendo.

-

Hoy era sábado, un sábado como otro cualquiera.

Me levante sobre las once, hice lo normal, desayunar, vestirme, arreglar la casa y preparar la comida. Papá llego sobre las dos. Yo como siempre puse mi mejor sonrisa falsa y comimos en el salón los dos juntos. Estuvimos hablando sobre el verano. Él me pregunto que tenía pensado hacer y yo le dije que nada en especial. Aun que en realidad no era nada en especial, en realidad no haría nada. Me veía encerrada en mi habitación todos y cada uno de los días. No tenía amigas, nadie con quien salir, no tenía nada con que entretenerme.

Después de comer vimos un rato la televisión. Esos ratos eran los únicos que nos mantenían unidos, no me apetecía estar allí, pero no me gustaba ver a papá triste, no quería que se sintiese solo. Además así yo también me sentía algo acompañada aunque solo fuera durante un par de horas.

Estuvimos viendo una película. No recuerdo nada de ella, me quede dormida a mitad como casi siempre.

Me desperté sobre las seis de la tarde. Estaba sola en casa y tenía hambre así que me prepare un bocadillo y de nuevo encendí la televisión.

Me pase lo que quedaba de tarde mirando series y más series.

Papá llego a las ocho y preparamos unos filetes para cenar. Durante la cena él se levanto y fue hacía la entrada diciéndome: Cierra los ojos. Me extraño mucho, pero lo hice. Cerré los ojos hasta que me dijo que los podía abrir.

Delante de mí me encontré una pequeña caja de madera. Era preciosa, blanca con un estampado de flores. Ábrela, me dijo. Obedecí y dentro me encontré dos billetes de avión. Le miré sorprendida y él me dedico una sonrisa. No entendía mucho volví a bajar la vista y leí los papeles.

Eran unos billetes para ir a Italia, lo volví a mirar. Sin decir nada me levante y corrí a abrazarlo.

Después seguimos cenando y me contó cómo había decidido ir a comprarlos. Resulta que sabía que quería ir a Italia y como no tenía nada que hacer en el verano, me los compro.

Al fin ocurría algo bueno.

A continuación subí a mi habitación. Estaba feliz, no se puede decir que tenía una felicidad inmensa mis problemas aun ganaban todo lo demás. Pero algo era algo.

Agarre mi móvil. Las nueve menos cinco minutos. Lo volví a dejar me fui a dar la vuelta pero una notificación llego a mi móvil. Era un mensaje.

20:55p.m, nuevo mensaje:

Número desconocido:

En cada segundo.

Esta vez, no se termino hay.

20:56p.m, nuevo mensaje:

Número desconocido:

En cada minuto.

20:57p.m, nuevo mensaje:

Número desconocido:

En cada hora.

20:58p.m, nuevo mensaje:

Número desconocido:

En cada día.

20:59p.m, nuevo mensaje:

Número desconocido:

Te sigo extrañando.

21:00p.m, nuevo mensaje:

Número desconocido:

Y no tienes ni idea de lo que me está costando aguantarme las ganas de no subir y entrar por tu ventana ahora mismo.

¿Qué?

Sorry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora