[Faltan 28 días]

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Querida hermana,

Ya habían pasado cinco días, por suerte ese día papá se fue a trabajar y dejo de beber. Yo salí de mi habitación y desayune algo decente después de estar cuatro días a base de comida basura. Me fui a duchar y después hice la comida para papá y para mí.

Llevaba una semana sin ir al instituto, pero no me importaba, mi vida era una mierda, para que complicarla más teniendo que estudiar si no iba a llegar a ningún lado.

Papá llego a la media hora y nos pusimos a comer. Solo nos dirigimos un hola cuando llego, hasta que cuando me iba a levantar para llevar el plato a la cocina él habló.

Me dijo que todo había sido culpa suya, que esta vez no la podía recuperar que había sido un imbécil y que por su culpa yo estaba sufriendo, que no me merecía esto y que lo sentía mucho, muchísimo. Que iba a hacer lo posible para que yo viviera bien y que comprendía que yo no le perdonase nunca.

Y entonces comprendí que él era bueno y que tenía razón, teníamos que vivir felices, o que por lo menos yo tenía que aparentar ser feliz para que no se preocupara por mí y sobre todo para que él fuera feliz.

Solo le dije dos palabras, fue lo primero que se me ocurrió, te perdono.

Él me sonrió y ambos colocamos la cocina. Después nos sentamos a ver la televisión, descubrimos que ponían 101 dálmatas, esa película me traía tantos recuerdos de cuando estábamos los cuatro, recuerdo que a papá y a mí nos encantaba y mamá y tú la odiabais. Siempre nos peleábamos por verla o no. Éramos tan felices, tanto que lo odio, tanto que duele.

Vimos la película entera, nos encantaba, aunque para mí ya no era lo mismo, aunque prefería no verla me había prometido a mi misma que fingiría ser feliz para hacerlo feliz.

Cuando está acabo ambos nos fuimos a la habitación. Sentí como él se acostaba en la cama, pero yo no podía dormir.

Y allí en la soledad, en la oscuridad, volví al infierno, volví a mis pensamientos, volví a sentir un ardor, y sentada en una esquina volví a rajar mis muñecas y allí mis lágrimas se mezclaron con mi sangre, volviendo a llorar de tristeza y volviendo a sangrar de dolor.

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