Capitulo 6

758 29 1
                                    

Se despertó con el sonido del papel arrugado. Estirándose en el sofá de cuero, Marizza abrió los ojos, volvió la cabeza y encontró a Pablo envolviendo algunos regalos. 

O mejor dicho, tratando de hacer eso. 

-Estás destruyendo ese papel de envolver- murmuró, recordando vagamente que la llevaban del comedor al sofá. 

El fuego todavía crepitaba levemente, la música seguía sonando suavemente. A pesar de estar en un lugar extraño, allí se sentía como en casa.

Llevando sólo unos gastados pantalones de chándal grises, Pablo estaba sentado al alcance de su mano. Se volvió y apoyó el brazo en sus piernas. 

-Estoy tratando de no hacer eso, pero cuanto más lo intento, peor se pone. 

-¿Necesita ayuda?

Él asintió y sonrió juvenilmente. Con su barba incipiente y su cabello revuelto, era casi demasiado sexy para ser verdad. 

Inclinándose sobre ella así, la musculatura de su pecho y brazos resaltaba de una manera sorprendente. Ella dudó por un momento, pero no pudo resistir el impulso de tocar su cabello. Eran gruesos y sedosos, y renovaron su deseo. 

Cuando se volvió para besar su muñeca, sintió un ligero escalofrío en el estómago. 

No sería fácil olvidarlo. 

Soltando un suspiro de resignación, se sentó y se sentó a horcajadas sobre su espalda, envolviendo sus muslos alrededor de él. Se echó hacia atrás y bostezó. Miró el reloj de la chimenea y vio que eran las dos de la mañana. 

-Además, como estás cansado, no podrás envolver nada- comentó- ¿Por qué no duermes un poco? Mañana te enseñaré cómo hacer eso. 

La abrazó por las pantorrillas y la miró de arriba abajo- Si duermo, ¿seguirás aquí mañana por la mañana?

-Oh, Pablo- Marizza apretó la cara contra su cabeza- No seas tonto.

-Estás hablando con un tipo que preparó la cena desnudo. 

Pasando su boca por su cabello, decidió cambiar de tema- ¿Tiene cinta adhesiva de doble cara?

-¿Ahi esta? Creo que se acerca otra travesura ...

Ella se rió y se enamoró un poco más- Para los regalos. 

-Ah!, qué pena. No. Solo cinta común. 

-Muy bien, entonces, pervertido- ella miró hacia atrás- Veamos qué tenemos aquí. 

Se volvió y la besó en la mejilla. 

Su corazón comenzó a latir con fuerza y ​​tuvo que aclararse la garganta antes de hablar- Dejaste mucho papel en los bordes. Por eso es tan difícil doblar sin romperlo. 

Pablo tomó las tijeras y cortó los excesos- ¿Sólo eso? ¿Ahora funcionará? 

-Si- ella puso sus brazos debajo de los de él y le mostró cómo doblar los extremos- Ahora sólo pega.

-¿Aqui?- su voz se hizo más profunda. Con sus pechos contraídos en su espalda y su nariz cerca de su cuello, la intimidad entre los dos era innegable. 

-Eso es- murmuró, dejando caer el regalo y recostándose. Él le tomó las manos antes de que sus cuerpos se separaran. 

Haciéndola sostener su pecho, Pablo murmuró:- Quiero que me toques. 

Ella tragó, sintiendo esa piel cálida. Y con la punta de sus dedos, acarició suavemente sus pezones. Con un gemido, bajó los brazos a los costados.

Él se recostó en su regazo de nuevo, y la visión de su rostro mientras sentía placer fue más de lo que podía soportar. 

Marizza apartó la mirada y miró la mesa de café, el televisor de pantalla plana y el árbol de Navidad cerca de la puerta de vidrio. 

-¿No vas a decorar el árbol?- preguntó. 

-No- su voz salió en un murmullo bajo- Compré el árbol por tu culpa y olvidé la basura en los adornos. 

Sus manos dejaron de moverse- ¿Por mi culpa?- ay Dios mío. Creia que iba a llorar.

-Sí por ti. Por esa pequeña libreta y el arbolito en tu mesa me di cuenta de que realmente te debe gustar la Navidad. A mí también me gusta, pero como la cena será en casa de mi hermana, ni siquiera compré un árbol. Pero para ti, sentí que necesitaba crear un ambiente navideño en la casa- ella se volvió y se sentó en su regazo. Cara a cara, los dos se miraron el uno al otro- Lamento haber olvidado los adornos- dijo. 

Él sostuvo su rostro entre sus manos y la besó. 

Al contrario del beso fogoso y posesivo que intercambiaron en la oficina, ese fue más cariñoso, acariciándolo levemente con la lengua. 

Marizza lo envolvió en sus brazos y lo besó con toda su voluntad. Con gratitud. Con ganas. Con amor. 

Ella se apartó y respiró hondo- ¿Y qué quieres para Navidad?

-Esto, lo que estoy haciendo. Amarme contigo- Pablo movió las caderas y ella notó lo emocionado que estaba. 

Era un regalo que no necesitaba envolverse. 

Y solo palabras. 

Ella se levantó la falda y él se bajó los pantalones. Ella lo envolvió. Primero con el condón, luego con tu cuerpo. Él gimió, ella gimió en voz alta. Se movían juntos, sin las prisas de tiempos anteriores. Con sus manos sobre sus hombros, lo recibió profundamente, subiendo y bajando de nuevo al compás de los sonidos que hacía. Contrayendo los músculos para acariciarlo desde adentro. Quitándose la blusa y el sostén para sentir su toque en su piel desnuda. 

-Te quería a ti- dijo con voz ronca, controlando sus caderas con manos temblorosas- Tanto, tanto ... Dios mío, eres increíble. 

Marizza continuó sin prisas, haciendo todo lo posible para prolongar el tiempo que aún les quedaba juntos, que inevitablemente llegaría a su fin. 

                      **************


El día no tardó en amanecer. 

Cuando la luz del sol del cielo entró en la habitación a través de la puerta de vidrio, cubrió a Pablo con una manta y recogió su bolso. 

-Feliz Navidad- susurró, deteniéndose por un momento en la puerta para verlo durmiendo en el sofá por última vez. 

El clic de la cerradura sirvió como un adiós que ella no pudo decir






Continuará....

DESEOS DE NAVIDAD (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora