Capitulo 1 (+18)

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Pablo Bustamante, el hombre más hermoso del planeta, estaba completamente desnudo, con solo un lazo cubriendo su pene.

Marizza se quedó con la boca abierta. 

Y no solo eso, con la mandíbula caída y los ojos muy abiertos. Sin pensárselo dos veces, le quitó la cinta roja a la caja y babeó cuando vio lo que escondía. 

-Ahí. Mi. Dios.

-Dios mío Mari- murmuró Sol, su asistente legal, llevándola de repente al ambiente festivo de la sala de reuniones de la oficina, rodeada por el sonido de Frank Sinatra cantando villancicos. -No es posible que el regalo de tu amigo invisible sea tan malo. Déjame ver- Extendió la mano, mostrando sus largas uñas postizas con pequeños diseños de muñecos de nieve.

Sosteniendo la caja envuelta en papel metalizado cerca de su pecho, Marizza le entregó la tarjeta de regalo del restaurante, que estaba sobre la foto, la que tenía el lazo estratégicamente pegado, para evitar que ella tuviera una vista completa.

-Aaaaahh, eso es genial. Una invitación a un restaurante. Me encanta Bistró Sur. -la boca pintada de rojo de Sol se curvó en una sonrisa. -Quiero ir contigo. Los chicos con los que suelo pasar el rato son demasiado tacaños para llevarme allí.

-Emmm ...- Marizza volvió la cabeza en busca del hombre desnudo de sus sueños. 

Evidentemente, Pablo no estaba desnudo en ese momento. 

No en la fiesta de Navidad de Robert, Rocco & Mark. Estaba vestido con sus pantalones azul marino hermosamente confeccionados, una camisa inmaculadamente blanca, una corbata azul y un chaleco de seda blanco. 

El hecho de que siempre vistiera el traje completo era otro motivo de su admiración. 

De alguna manera, la elegancia de esa ropa acentuó aún más el atractivo rústico y musculoso de su cuerpo. 

Era soltero y maravilloso, tenía un estilo de vida que le ayudaba a mantenerse en forma.

Él era el tipo de hombre que las mujeres caían a cuatro patas. Sin embargo, trató de evitarlo como el diablo huía de la cruz. Esa lección ya la había aprendido muy bien la primera vez.

Marizza, estaba sin aliento.

Él estaba de pie junto a la puerta.

Con su imponente altura y sus anchos hombros, apoyado contra el marco de la puerta en una pose casual, era imposible no mirarlo. 

Su cabello rubio oscuro y sus ojos celestes brillaban a la luz navideña. La estaba mirando con una sonrisa que derretía a cualquiera.

E incluso le guiñó un ojo.

Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando y se sintió aterrorizada.

De alguna manera tenía acceso a su lista de deseos. El de sus fantasías. Su estúpida e inofensiva lista de deseos sexuales.

Ahí. Mi. Dios

Pablo se dio cuenta del momento exacto en que Marizza se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. 

Se puso roja, de la cara al regazo, expuesta por el escote en pico de la blusa de seda que llevaba.

¡Finalmente! 

Después de casi un año de coqueteos a distancia que le producían algunas erecciones como mucho en momentos inapropiados, obtendría lo que realmente deseaba como regalo de Navidad: la oportunidad de demostrar que era el hombre perfecto para ella. 

DESEOS DE NAVIDAD (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora