Capitulo 3 (+18)

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Cuando llegó al departamento de Pablo, Marizza estaba decidida a pasar una buena noche de diversión. Ya que estaba cediendo, al menos aprovecharía la ocasión.

Punto final.

Así que cuando sonó el timbre de la puerta y Pablo respondió vistiendo solo un gorro de Papá Noel y un delantal con la inscripción Dale un beso a el cocinero.

Dejó caer su bolso con sus cosas al suelo y saltó sobre él.

-A la mierda- dijo tomado por sorpresa, se tambaleó hacia atrás, pero logró al menos cerrar la puerta antes de tirarse en el sofá más cercano.

Se derrumbaron sobre cuero negro: un hombre medio desnudo y su decidido compañero.

Subida sobre él, Mqrizza se inclinó hacia adelante y lo besó con fervor. Su aroma inundó sus sentidos, y sus pezones se endurecieron, volviéndose dolorosamente afilados.

Pablo gimió.

Marizza se sentó sobre su enorme erección, una clara señal de que él también estaba más que listo para ella. Buscando a duras penas en el bolsillo de su falda, sacó un condón y lo dejó caer sobre su pecho.

-Ponte esto pronto.

Parpadeando con sorpresa, Pablo preguntó:

-Entonces, ¿de la nada? Hola, ¿cómo vamos a coger?.

-¿Te sientes mal?

-De ninguna manera- dijo cuando ella se arrodilló para levantarse la falda, él rasgó el envoltorio del condón con una prisa casi cómica. Cuando volvió a mirar hacia arriba, su mirada fue directamente a la mitad de sus piernas- Oh mi. Marizza ... No tienes tanga.

-Vaya. Debo haberme olvidado de ponermelas- ella ató el dobladillo de su falda a la cintura elástica.

Mientras se ponía el condón, se humedeció los labios- ¿La lista de deseos de quién estamos realmente haciendo?

El deseo en sus ojos entrecerrados la hizo temblar. El sombrero de Santa estaba todo retorcido y su cabello colgaba sobre su frente. Además del hecho de que solo llevaba su delantal, su apariencia debería haber sido ridícula.

Sin embargo, en cambio, se veía delicioso. Sus brazos eran extremadamente sensuales, con piel bronceada y músculos bien definidos.

-Ven aquí- esta orden fue emitida con una voz ronca y seductora que la hizo temblar, a pesar del calor de la chimenea que calentaba toda la habitación.

-¿Dónde?- preguntó ella en voz baja, en tono burlón.

-Sobre mi boca. Quiero lamerte por todos lados.

Por supuesto, ¿cómo no?

Obligándose a moverse lentamente para no parecer desesperada, Marizza se arrodilló en el sofá sobre su cabeza.

Con una rodilla apoyada en un brazo del sofá y la otra en el borde del asiento, se abrió de par en par, dándole una visión ilimitada. Sus manos subieron por sus muslos, mientras respiraba con la boca junto a su sexo. Le apretó y Marizza gimió de lujuria ...

Y luego pasó su lengua por su sexo en una larga y prolija lamida.

Se aferró al sofá como un salvavidas y empezó a gemir.

DESEOS DE NAVIDAD (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora