Capitulo 4 (+18)

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Pablo abrazó a Marizza con fuerza y ​​trató de enfocar su visión en una telaraña que colgaba de una esquina de la pared, pero fue prácticamente imposible. 

Su cerebro y su cuerpo estaban en ruinas, lo cual era bastante curioso, considerando lo energizado que estaba mientras esperaba que ella llegara. 

Había estado muy preocupado, temiendo que ella no viniera. Si eso sucediera, los dos solo se encontrarían cuando la oficina volviera a abrir después de las vacaciones navideñas. 

Hasta entonces, no tuvo contacto con ella fuera del entorno laboral. 

Cuando llamó al timbre, él corrió hacia la puerta. Parecía un chico teniendo su primera cita. Y cuando ella lo atacó sin reservas, se sintió como un rey. 

Siempre supo que ella sería así, cálida, sin vergüenza y muy caliente. Sin timidez cuando era asunto de sexo. Al igual que cuando estaba en la corte, se entregó al 100% a lo que estaba haciendo. 

Tuvo suerte de ser la persona en la que se centró toda esta atención.

Y el quería ser esa persona. 

Marizza se movió un poco, lo suficiente para recordarles que su pene todavía estaba dentro de ella. Sus bolas se movieron con un último espasmo y cerró los ojos con satisfacción. 

Había pasado bastante tiempo desde que no había disfrutado tan bien, y más aún desde que no había tenido sexo con una mujer que le gustaba tanto. 

-¿Pablo?

-¿Si?- él le rozó el cuello con la nariz. 

-No tenías nada en el fuego, ¿verdad?

Gimió antes de responder: - No, pero el horno está encendido, lo estaba preparando para la cena.

Ella suspiró- Creo que será mejor que nos encarguemos de eso, entonces.

Ese “nosotros” lo dejó muy satisfecho. 

Había querido este tipo de interacción con Marizza Parrondo durante meses. 

Mirando hacia atrás, logró identificar cuándo comenzó todo. Ella estaba en la sala de descanso hablando con Marcos, un abogado de pasantia, y mientras se reía de algo que dijo, Marizza miró a Pablo y le guiñó un ojo. 

En ese mismo momento, se enamoró de ella. 

Ese guiño dijo mucho. Fue un gesto juguetón y cariñoso, y ella pudo tocarlo lo suficiente como para saber que, entre tantas mujeres en el mundo, él quería estar con ella.

Marizza salió de él con gestos cuidadosos y se puso de pie, luciendo un poco asombrada. 

Cuando se levantó, sucedió lo mismo. Le temblaban las piernas.

-Dios mío, Mari- él se rió y la acercó más- Me mataste

Se veía hermosa toda roja, y él no quería dejarla, pero tenía que preparar la cena. Para conquistarla, necesitaría mucho más que sus habilidades en la cama. 

Después de un rápido beso en la nariz, se fue a la cocina. Recogió su bolso en el camino, lo dejó en una silla en la mesa del comedor y echó un vistazo a la etiqueta que colgaba del asa.  

DESEOS DE NAVIDAD (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora