La librería

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Gigi

Ya han pasado tres días, al fin es jueves ya casi vacaciones ¡al fin! y la ciudad ahora si esta repleta de decoraciones el espíritu navideño se siente más y más.

—¡Gigi!

—Oh, si lo siento. —me disculpo con Chloe al admirar la plaza decorada por la ventana de la tienda.

—¿Crees que este vestido me quede lindo?

—Si es bellísimo, además a ti todo se te ve de maravilla. —sonrío.

—¿Y qué te parece este para la cita de hoy? —sostiene un vestido rojo de encaje precioso.

—¿No te morirás de frío?

—Llevaré medias abajo, ¿pero si está bien?

—Perfecto, apuesto que Lucas no podrá con tanta belleza.

—Lo sé y tiene suerte. —ríe.

Después de probarse miles de vestidos salimos de la tienda y nos dirigimos a su casa que no queda lejos de la plaza.

—No hay nadie, así que tenemos la casa solo para nosotras. —avienta las bolsas y su abrigo.

—¿Decoraste tú? —menciono al ver una guía de luces chuecas.

—Algo así... ¿se nota?

—Un poco. —rio.

—Perdóneme señorita perfeccionista, —comenta sarcástica —pero sabes que a mi no se me da la decoración.

—Puedo ayudar. —alzo los hombros.

—Se que te encanta decorar, pero mejor ayúdame a arreglarme para mi cita ¡te necesito más que nunca!

—Si, si está bien no hace falta dramatizar.

—¡Hey! es mi segundo nombre.

Ambas reímos mientras tomamos las bolsas para subirlas a su habitación. Una vez estando arriba Chloe saca todo buscando su vestido emocionada.

—¿Me ayudas a abrocharlo? —dice desesperada.

Asiento con la cabeza y me acerco para subirle el cierre que parece estar muy atascado.

—¡Es mi perdición! Lucas no me verá con este hermoso vestido ¡¿por qué me pasa esto a mí?! —chilla dramática.

—Tranquila ya subió y se te ve muy lindo.

—¡Eres mi hada madrina no sé que haría sin ti! —dice corriendo a su tocador para maquillarse.

Acompañar a Chloe para arreglarse es aveces algo agotador, aunque muy divertido sobre todo si se trata de tener citas, enloquece por completo.

—Jamás creí que esto llegaría a pasar.

—Era obvio Chloe, cada vez que ustedes estaban cerca se sentía esa tensión de nerviosismo por parte de ambos y el ver que ninguno decía nada y solo se sonrojaban era lindo. —sonrío.

—¿Tan obvios éramos?

—Sin duda, pero esta semana ha sido mágica.

—¡Ni que lo digas! me ha traído a mi casa y cuando es el descanso siempre me lleva mi chocolate favorito.

—Lo sé, Denis y yo nos sentimos el mal tercio.

—Pueden irse. —ríe.

—¿Y perdernos como ambos se sonrojan? ¡jamás! —rio.

Chloe toma uno de sus cojines y me lo lanza sonrojada, se que le da pena su lado cursi por eso me encanta molestarla con eso.

Pasaron tres largas horas, ya hasta oscureció, nos dirigimos a la plaza de la ciudad y los caminos están llenos de luces se ve simplemente hermoso ¡perfecto para tener una cita!

Una vez en diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora