Cerca del gran cascanueces

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Gigi

—Gigi, ¡que me pases el azúcar! —me grita Lina.

—¿Eh?

—Es la quinta vez que te pido el azúcar, parece que estás en otro mundo. ¿En qué piensas?

—¿O en quién? —dice mamá con una sonrisita.

—En nadie. —me sonrojo.

La verdad es que he estado pensando mucho en la noche de la librería. Han pasado dos días y aún no le he dejado nada al Grinch. Estos sentimientos no los entiendo.

—Bueno... como sea. —menciona mamá —Recuerden que tienen que visitar a su padre.

—¿Hoy? —pregunto.

—De preferencia sí.

—Lo siento hermanita, otra vez no podré acompañarte, aún tengo cosas por empacar.

—Bien, no hay problema.

—Y por favor no llegues tan tarde, Gigi.—advierte mamá.

—Es inevitable no hacerlo con tantos adornos por ver en cada rincón de la ciudad.

—Si, si, solo trata de no distraerte tanto.

—Tratare de no hacerlo. —me levanto —Las veo al rato, las amo.

Dylan

—Joven Dylan, su madre quiere que vaya a su despacho.

—Ahora no puedo.

—No puede ignorarla por siempre, ¿lo sabe no?

Búfo. —En un momento voy.

Cierra la puerta y frustrado pongo mis manos sobre mi cabello. Esto es insoportable.

Dejo a un lado mi libro y me dirijo al despacho de mamá. Al abrir la puerta me encuentro con ella sentada sobre esa silla giratoria.

—¿Cómo estás Dylan?

—¿Qué sucede?

Suspira. —Toma asiento.

Confundido me siento quedando frente a frente. Solo espero que no sea lo que creo que es.

—Como verás la navidad se está acercando y... hemos planeado una gran cena para celebrar que estamos juntos y unidos como una... familia.

Aprieto mis labios sin decir una sola palabra. Estoy seguro de que esto lo viene planeando desde hace mucho, pero ¿por qué?

—Es... buena idea, nosotros tres sí somos una familia, pero tu novio no es ni será parte de nuestra familia.

—Dylan...

Me levanto. —Lo siento mamá, pero no me gusta celebrar la navidad y además ya tengo planes.

—Por favor...

—No puedo aceptar a un tipo como él.

Salgo de ahí dejando a mamá con cierta tristeza, pero ella sabe que no celebro la navidad y ya va tiempo que no paso la navidad con ellos. No sé porque tanta insistencia.

Yo siento que la navidad está sobrevalorada, lo único bueno que veo es... es... nada, en realidad no hay nada bueno.

Gigi

—¡Hola Juls!

—¡Hola hermosa Gigi!, entra.

—Gracias. —sonrío.

Me quito el abrigo y los guantes quedándome solo con mi gorro gris con blanco.

—¿Y papá?

—En la cocina haciendo no sé que cosas, ya ves que luego le da por sentirse chef.

Una vez en diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora