Limerencia.

De cualquier caos, prefiero el tuyo.

Salí a encontrarme y me crucé contigo.

Llevaba puestos los cristales rosas

y te convertiste en el error más bonito.

Desde ese día mi amor propio me pone los cuernos.

Nunca aprendí a medir mis sentimientos.

Son bastante maleducados,

suelen ver en blanco y negro, de extremo a extremo

haciendo nudos en mi garganta

cuando no están besándote.

Nunca planeé maldecir trenes,

ni salvar distancias,

ni tener la piel sensible,

ni hacer un triple,

-es curiosa la cantidad de bocas en las que te pierdes cuando intentas encontrarte- 

ni cambiar los papeles,

ni tragar miedo.

Nunca te planeé.

Siento si te pitan los oídos, no puedo dejar de pensar en ti.

Me doy tanta angustia que creería estar embarazada si no supiese mejor,

las dudas no me sientan bien cuando mezclo,

y anoche mezclé cerveza con tus labios.

Me arriesgaré a ser un bonito mientras duró,

tenemos día, banda sonora y un puto tren,

me vale cerrar los ojos y verte,

¿qué haces este verano?,

huelo a ti.

De verdad que he intentado no juntar letras tristes,

de verdad tendría que mentir.

Te he hecho metáfora con eclipses y pompas de jabón.

Creo que eso dice bastante más de lo que me gustaría,

como que me va complicarme

y que duela

y tú de más y en singular.

Estuve buscando la certeza en tus abrazos

y sentí un no se qué

que espero sea resaca.

Me recuerda tanto a nada

que estoy segura de haber pillado algo

y todavía no sé si quiero soltarlo.

No pido fechas,

ni ojos verdes,

ni exclusividad permanente.

Sólo promete que vamos a definir poesía toda la noche,

que me besarás desprevenida y con mi madre al teléfono

y yo prometo recordar tus dos cumpleaños y tu cerveza preferida,

escribir por whatsapp,

y no hacerte cosquillas.