Por si lo lee mi madre.

676 53 7
                                    

Ni triste ni feliz.

Ni frío ni calor.

Ni sexo ni amor.

Ni casa ni estación.

Ni siempre ni nunca.

Ni conmigo ni sin mí.

He tenido tres amores no platónicos y un alma gemela en botella,

fría

y de color orina.

Fue la más barata

y la menos puta.

Comprender que amor no es enfermedad sino cura me costó:

500 resacas,

69 noches,

13 errores

y 3 informes de derrumbe.

Aprendí que todos estamos dejando algo mientras apagaba mi penúltimo cigarro

y descubría que hay cosas que es mejor no dejar,

como mi mala costumbre de rascar la herida hasta hacer cicatriz

o viajar sin equipaje de puerto en puerto olvidando mis bragas en bolsos ajenos.

Tengo mil formas de querer y todas me salen mal:

con locura,

con pasión,

con ganas,

sin ropa,

sobria,

ebria.

A ratos

y del todo,

también del todo a nadie

y del todo al nada.

En exceso,

por rutina,

sin ganas.

Con tristeza, al recuerdo,

a destiempo

y a en punto.

Con precaución,

con freno de mano,

sin faldas

y a lo loco.

He querido y he qu(h)erido

me han jodido

y he follado.

He querido con,

al,

sin

y por

amor, y

tengo una lista de agradecimientos clavada en el pecho:

a D por ser mi primer capullo,

a M por si algún día me hago famosa a su costa,

a m. por saber ser la segunda con deportividad,

a J por ser mi amor platónico cumplido,

a F por demostrarme que el horóscopo puede estar equivocado,

a I por lo que venga.

De aquí a unos años inventarán mi trastorno y

mi madre podrá descansar,

mientras tanto

escribiré confundiendo sexo con amor,

desvirgaré mentes cerradas,

lloraré para ducharme por dentro,

llenaré el calendario de días rojos

y de resaca,

haré de los lunes mis días favoritos

y continuaré siendo meloromántica.

Lo siento, mamá.

Esta niña nunca quiso ser princesa

excepto por la parte de tener todo el reino a sus pies.

Limerencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora