Y volvió a pasar.

372 22 0
                                    

Sin darme cuenta dejé de temer no volver a enamorarme como aquel invierno,

me volví cuerda, tentación de ahorcarse a un lado,

bailando en islas privadas

sin laberintos ni puzzles,

ni medias tintas,

ni techos de menos,

ni margaritas, ni aza(ha)r.

Por unas horas podía ser una chica cualquiera

con un pasado cualquiera

en un bar cualquiera

sin tener que pensar,

con cualquiera.


Sin darme cuenta pero a conciencia

fui apuntando con flecha

a cualquiera que despertase mis ganas de bailar,

el agua.

Es difícil sentir en fuera de servicio.

Me dejé ser musa de estación,

de infancia,

de fiesta,

de sexperanzas,

de porque-eres-guapo-que-si-no,

de muchos, de ninguno y de todos a la vez, y

disfruté,

con cualquiera.


Cuando naufragué sin barco por sobredosis de nostalgia

desapareció el temblor de rodillas,

se fue con nosequién, posiblemente,

a follársela

y descubrí que no hay tiempo para tantas murallas,

que hay razones si las buscas, excusas si las quieres

y que la pena no merece nada.

Me levanté tarde de mi error: lo bueno, si duele, dos veces bueno; pero

la vida es muy corta para tomársela en serio,

entra mejor a chupitos

disfrutando la brisa del pasar del tiempo

en un banco cualquiera

de un puerto cualquiera

contigo.


Cuando me pasé de puta con la vida

fue ella quien, esta vez, me mandó a la mierda

con todos mis ex.

Descubrí que las madrugadas no se inventaron para dormir,

que hay bares abiertos si los buscas, placebos si los quieres

y que la pena es no follar cuando se debe.

Me quedé varias cervezas tumbada en mi error: lo bueno, pasó

y volvió a pasar,

incluso en un banco cualquiera

de un puerto cualquiera

contigo,

ella, volvió a pasar

y el jodido tiempo me despeinó el pelo.


Cómo cambia una historia si sabes contarla.

Limerencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora