Un acierto en el fallo.

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Parece que un poema deba ser 

delicado, con rima,

sin palabras malsonantes,

exactamente

lo contrario a mí, yo

que nunca quise ser poesía, 

ni poeta, ni musa, ni tinta, ni papel,

ni esquina, ni costado,

ni pestaña.

Ni baile, ni ritmo,

ni vuelo sin vértigo, ni en picado, yo

que nunca quise cumplir años, tiempo,

promesas para romper,

soplar sueños.

Vivo en un cárcel A4 escribiendo al margen, 

abriendo fuego contra cualquier sentimiento

con los dedos cruzados,

esperando fallar en puntería o ánimo.

Y mira qué bonito ha quedado todo tras el naufragio,

tras ser polvo, saliva y herida,

puta a sueldo, quitapenas,

margarita. 

He apostado todas mis pestañas a tu suerte

porque la mía me suele jugar malas pasadas,

he bailado sobre charcos al ritmo de tu caos,

he experimentado el vértigo al ponerme a tu altura

y creo que todavía sigo cayendo.

He roto todas mis promesas en tu boca

y he descumplido años utilizando tus manos.

He manchado tus sábanas de tinta,

de letras tristes, sinsentidos,

he sido poeta de riesgos, musa en sueños y

he llorado poesía al intentar pasar página

y encontrarte en cada esquina.


Cuando seamos por costumbre

y tu nombre caduque, 

sacaré de fiesta mis vicios.

Cuando el roce se canse de hacer cariño 

y no queden héroes para salvar las distancias,

volveré a malgastar pintalabios rojo.

Cuando hacerte cosquillas deje de ser mi pasatiempo favorito

y nuestra banda sonora no suene en los bares,

la cerveza sabrá a otros labios.

Cuando recoja mi traje de gata y mate mis ganas:

mira.


Qué bonito ha quedado todo tras el naufragio.

Limerencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora