6 man | H.S

7|Adivinación.

Adivinación: la capacidad de obtener conocimiento directo sobre un objeto, persona, lugar o evento físico a través de medios distintos a los sentidos físicos del usuario. Una de las 7 maravillas.

H.S // 6Man.

Me desperté con la brillante luz de la mañana que se filtraba a través de los huecos que habían creado las cortinas. Un gemido ronco salió de mis labios mientras me empujaba a una posición sentada, las piernas colgando del costado de mi cama mientras me frotaba los ojos con los nudillos. Mi cabeza giró sobre mi hombro, esperando ver el cuerpo desnudo de la chica misteriosamente hermosa con la que estaba follando ayer por la noche. Pero ella no estaba allí. Lo que quedaba eran sábanas arrugadas y el olor de su costoso perfume en ellas.

Una sonrisa de complicidad tiró de mis labios. Por supuesto que ella se iría. No me decepcionó, si acaso me molestó anoche. Ella siguió tratando de tomar la delantera, de ser la que tenía el control. Odiaba admitir que hacía calor, que ella era la única mujer que había conocido que me desafiaba y quería tener el control. Lo que más me molestó fue que la dejé, y también lo mucho que lo disfruté. No me malinterpretes, me encanta el sexo, pero con ella todo se intensificó y se sintió más intenso. Ella era una bruja; se suponía que no debía disfrutar nada con ella.

Mi mente todavía estaba llena de destellos de esa noche, las imágenes de la forma en que sus pechos se movían con cada embestida y lo sexy que se veía cuando se mordía el labio inferior me inundaron mientras paseaba por mi habitación. Recogí mis jeans que estaban en el piso, busqué mis bóxers y me los puse. Mientras lo hacía, un rayo de luz brilló en mi ojo, lo que me hizo fruncir el ceño y mirar hacia otro lado antes de girar la cabeza hacia atrás, tratando de localizar el objeto brillante que lo causó.

Fue un collar. Un collar de oro con un pentagrama como colgante, que yacía sobre las sábanas blancas arrugadas en el lugar donde dormía Sage. Era suyo sin duda, el pentagrama lo hacía increíblemente obvio. Fruncí el ceño para mí mismo, preguntándome cómo no me di cuenta de eso anoche, pero luego recordé lo cautivado que estaba anoche, concentrándome únicamente en hacer de esa noche una noche que ella nunca olvidaría. Pero nunca me di cuenta de que ella haría lo mismo, viceversa.

Dejé el collar en mi tocador, antes de sacar un par de joggers de mi armario y ponerme eso. Abajo, los chicos estaban desayunando; la mayoría de ellos semidesnudos como yo. Mientras Jason y yo nos quedamos en Nueva Orleans, Colton ordenó que más de Los Salvadores vinieran con nosotros. Colton se preocupaba por mí más de lo que yo quería; por lo tanto, obviamente llamó a estos otros hombres solo para vigilar a las brujas, ya que este lugar estaba plagado de ellas.

El dueño de esta mansión era un hombre de mediana edad que era primo de Colton. Su primo no sabía nada sobre lo sobrenatural y el hecho de que Colton envió una organización de cazadores de brujas. Colton logró convencer a su primo de que se fuera y nos permitiera cuidar de su casa mientras él no estaba. Cómo hizo eso, no lo sabía, ni me importaba. Pero al menos no tuvimos que quedarnos en un hotel sórdido durante tres meses más o menos.

"¡Harry!" Louis me saludó alegremente; el hombre de cabello cobrizo de ojos azules me dio una palmada en el hombro con una sonrisa. "Te vi salir del bar ayer con La Suprema."

"Qué observador de tu parte." comenté con sarcasmo, alejándome de él para tomar asiento en la isla de la cocina.

"¿Cómo estuvo? ¡Vamos, tienes que decirnos amigo!" Niall exclamó, metiéndose un poco de tocino en su boca y masticando.

"No es de tu maldita incumbencia, Niall." dije sin rodeos, una expresión irritada cruzó mis rasgos.

Echó las manos hacia atrás en defensa, riéndose un poco, antes de sacar a colación un tema diferente. Los chicos sabían que nunca me gustó hablar de mis aventuras de una noche. Nunca entendí por qué los hombres tenían que hablar sobre a quién follaban y cómo se sentían, como si la cantidad de mujeres a las que follaban o con quién las consideraran las mejores. Me pareció una estupidez total. Francamente, prefería no hablar de aventuras de una noche porque era innecesario y no tenía sentido.