𓂃tal vez, Soobin nunca debió ir a esa casa a entregar aquel pedido de pizza.
︎ ☆★
҂contenido sensible, trastornos, asesinatos, etc.
҂no copias/adaptaciones.
𓂃porque sentí que una nueva historia está por comenzar.
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Corría pensando en un buen lugar para esconderse, a pesar de que internamente sabía que nada funcionaría, la sangre bajo sus pies eran un incentivo para que ella supiera su paradero.
Entonces, optó por algo más.
El valiente vive solo hasta que el cobarde quiere, ¿no?
Y Soobin no iba a seguir siendo un cobarde, iba a importarle poco todas esas palabras. Esas malditas palabras.
Tienes que ser bueno con cualquiera Soobin.
Amable y bondadoso, pese a cualquier cosa, ¿entendido?
No importa cómo te traten, no te rebajes a los demás.
—Cállense... —musitó en un quejido.
Logró divisar en la habitación un vendaje por lo que no dudó en envolverlo en su mano herida. Por todo el éxtasis, ya no sentía dolor en ella.
Escuchó los pasos de Hyori resonar por los pasillos, ya sabía que en cuestión de segundos iba a encontrarlo.
Soltando un suspiro para prepararse en lo que haría, se colocó al lado de la puerta. No bastó mucho hasta que escuchó la risita de Hyori más cerca.
—Lo siento mucho Soobin, debí advertirte de los cristales en el suelo. —acotaba con una sonrisa en el rostro.
Cuando abrió la puerta no se esperó más tiempo para lanzarse sobre ella sin esperar su reacción.
Cayeron en el suelo, él encima de ella y ahuyentando cada recuerdo o pensamiento, tomó la cabeza de Hyori para golpearla contra el suelo sin medir fuerza.
Quería dejarla inconsciente y así tener tiempo de huir.
Huir. Soobin nunca hizo eso antes.
Golpes, incontables heridas y palabras para persuadirlo.
Es por tu bien.
Se lo creyó tanto que, dejarse manipular con cualquiera era lo más normal para él. Eso era ser una buena persona, ¿no es así?
Eso haría felices a los demás, ¿verdad?
Solo las personas malas contraatacan. Mientras más te golpeen, piensa en lo bueno que te ocurrirá a ti y en lo malo que les sucederá a ellos después.
El punto a todo eso fue cuando cada herida solo lo hacía sonreír.
—Ese hijo de puta, ¿está excitado?
¿Y qué si lo estaba? No sentía dolor, sentía placer. No era su culpa, ¿por qué se empeñaban en lastimarlo tanto como si fuera un método de sufrimiento?
