La presión al descender hacia el inframundo fue abrumadora para el cuerpo de Midoriya, quien perdió el conocimiento en los brazos del desconocido. En esos brazos, sintió una calidez extraña y familiar a pesar de su frialdad al tacto. Sumido en la inconsciencia, comenzó a tener un sueño extraño y vívido que lo envolvió completamente.
Se encontraba en un jardín vasto y hermoso, lleno de flores de todos los colores imaginables y árboles frutales que parecían bendecidos por los dioses. La brisa suave traía consigo un aroma dulce y reconfortante, mezclado con la fragancia de las flores en plena floración. Junto a él, una mujer de aspecto maternal le enseñaba a manipular la vegetación, sus manos moviéndose con una gracia natural mientras le explicaba la importancia de sus poderes para los mortales. Cada palabra de ella era como una melodía suave, y Midoriya sentía que ese conocimiento era parte esencial de su ser.
—Gracias a nosotros, los mortales pueden disfrutar de comida abundante sin necesidad de cultivarla ni almacenarla —decía la mujer mientras acariciaba suavemente las hojas de una planta, su voz resonando con una sabiduría antigua.
De repente, el jardín se transformó, y Midoriya se encontró rodeado de varios hombres, cada uno de ellos ofreciéndole presentes y suplicando por su atención. Un joven con sandalias aladas le regalaba flores exóticas y joyas brillantes, mientras un hombre atlético sostenía una lira entre sus manos y le dedicaba canciones tan hermosas que casi lo hacían querer ponerse a bailar. La melodía era hipnótica, envolvente, y por un momento, Midoriya sintió que podía perderse en ese ritmo eterno.
Antes de caer bajo su hechizo, la mujer llegó y lo alejó de aquellos varones con una firmeza protectora.
—Debes mantenerte virgen y pura para evitar un destino cruel como el mío —dijo con una mezcla de ternura y severidad, sus ojos reflejando una tristeza profunda.
El paisaje cambió nuevamente, y ahora Midoriya se encontraba a la orilla de un lago sereno. La superficie del agua era tan clara que reflejaba el cielo como un espejo perfecto. A su lado, una canasta llena de flores coloridas y fragantes descansaba en la hierba. Varias doncellas sublimes cantaban canciones exquisitas mientras trenzaban sus cabellos, sus voces elevándose en una armonía celestial que resonaba en el aire.
Una flor en particular llamó su atención. Sus colores eran espléndidos, y su aroma era algo asombroso. Aunque estaba a cierta distancia, podía oler la dulzura de su perfume. En un trance, se acercó lentamente a la flor, cada paso sintiéndose como una eternidad, su mente hipnotizada por su belleza y fragancia. Con una sensación de anhelo y reverencia, extendió la mano para cortarla. En ese momento, la tierra se abrió de par en par, revelando a un hombre imponente que lo tomó del suelo con fuerza y lo llevó hacia las profundidades.
Midoriya respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando con el peso del terror. Sus manos temblaban, no solo por el frío que parecía emanar del suelo bajo él, sino por la abrumadora confusión que lo ahogaba. Cada vez que intentaba concentrarse, una marea de pensamientos oscuros lo arrastraba hacia una profunda desesperación. El aire estaba cargado de una presencia antigua, densa como la niebla, y la piel de Midoriya sentía un hormigueo constante, como si algo invisible lo estuviera rozando.
Frente a él, el encapuchado —quien había revelado ser Todoroki— lo miraba con una calma inquietante. Los ojos del ser, fríos y carentes de vida, parecían perforar el alma del peliverde. Midoriya intentaba evitar su mirada, pero algo en él lo atraía, lo devoraba lentamente, como un depredador que juega con su presa antes de atacar.
—¿Por qué yo? —murmuró Midoriya, su voz apenas audible, quebrada por el miedo que intentaba ocultar.
El ambiente alrededor de ambos parecía responder a su pregunta, las sombras en las esquinas de la sala retorciéndose, como si danzaran al compás de una música siniestra que solo ellas podían oír. Cada vez que el joven intentaba moverse, el suelo crujía bajo sus pies como si estuviera caminando sobre huesos antiguos.
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Perséfone [Tododeku] [Corrigiendo]
FanfictionPerséfone es la diosa de la primavera y soberana del inframundo junto a su tío y esposo Hades. Ellos, a diferencia de los hermanos del dios, viven un fiel matrimonio, pero un día dos mortales se habían prometido secuestrar y desposar a hijas de Zeus...