Perséfone es la diosa de la primavera y soberana del inframundo junto a su tío y esposo Hades.
Ellos, a diferencia de los hermanos del dios, viven un fiel matrimonio, pero un día dos mortales se habían prometido secuestrar y desposar a hijas de Zeus...
Las sombras alrededor de Todoroki y de Izuku comenzaron a girar, preparándose para regresar al inframundo. El portal se abría de nuevo, un remolino oscuro que llamaba a ambos. Izuku, aún sosteniendo la mano de Todoroki, miró a su madre una vez más, con lágrimas en los ojos.
—Lo siento, madre —dijo, su voz suave pero firme. —Pero mi lugar ahora está con él. Siempre volveré a ti cuando la primavera florezca, pero ahora... debo irme.
Deméter cayó de rodillas, derrotada por el peso de su propio dolor. No podía detenerlo. Las reglas del destino eran inquebrantables, y aunque su amor por Izuku era infinito, no podía cambiar lo que ya había sido sellado.
—¡No! —gritó, extendiendo una mano hacia él, pero las sombras ya lo envolvían.
—¡Deku-kun! —su voz resonó en el aire, un eco de desesperación que hizo que el mundo a su alrededor se tornara sombrío. Algo dentro de él se quebró, como el cristal más frágil, al ver a la chica de cabello castaño avellana correr hacia él. El viento gélido parecía susurrar advertencias mientras ella luchaba por alcanzarlo, como si las sombras que se cernían sobre ellos intentaran separarlos para siempre.
La chica, con los ojos llenos de confusión y temor, no comprendía la oscuridad que se cernía sobre su corazón. El nombre que usaba aquella mujer para referirse a su amigo era un conjuro de antiguos mitos, el mismo que pertenecía a la diosa de la primavera, Perséfone, raptada por un dios del inframundo, Hades, influenciado por la flecha de Eros. La historia que había leído en un blog de internet ahora cobraba vida en su mente, envolviéndola en una atmósfera de fatalismo.
Recordaba la primera vez que se encontró en aquel mito; le había parecido fascinante y romántico que las estaciones del año se movieran por amor, un amor que florecía entre las sombras del inframundo. El amor de una pareja en el crudo abrazo del otoño e invierno, y el amor de una madre en la efímera belleza de la primavera y el verano. Deseaba compartir esa historia con sus amigas, y con aquel pecoso que hacía que su corazón latiera con solo verlo.
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—Y así nacieron las estaciones del año, según la mitología griega —explicaba alegremente una chica castaña a sus amigas y compañeras del salón, mientras algunos chicos se acercaban a escuchar aquel mito que parecían surgir de un mundo olvidado.
—¡Yo no entiendo por qué a las chicas les gustan las historias de amor! ¡Son tan estúpidas! —mofaba un rubio con desdén, su comentario flotando en el aire, como una sombra que intentaba apagar la luz de la narración. Sin embargo, su voz se perdió en el murmullo, ignorada por todos sus compañeros, al final era Katsuki Bakugo comportándose como Katsuki Bakugo.
La chica de piel clara, con un sonrojo que iluminaba sus mejillas, decidió hacer caso omiso a los comentarios del rubio cenizo. A pesar de su naturaleza burlona, no podía evitar el calor que sentía al hablar de mitos que hablaban de pasiones prohibidas y sacrificios. Su atención se centró en el chico de pecas que, con su habitual sonrisa cálida, se acercó a él. Quería escuchar la opinión de Midoriya Izuku de la historia de amor de aquellos dioses y tal vez, así saber si estaba interesado en temas románticos.