Perséfone [Tododeku] [Corrigiendo]

Capítulo 9

La calma que siguió a la tormenta fue engañosa, y la tensión en el aire apenas se disipó. Izuku, aún con el eco de las palabras de Todoroki resonando en su mente, sintió una ola de frustración inundar su ser.

—¿Por qué me rescataron? —gritó, su voz temblando entre la ira y la desesperación. Se apartó del contacto reconfortante de Toshinori, su mirada encendida por una mezcla de confusión y resentimiento.— No pedí que me sacaran de allí.

Los héroes intercambiaron miradas de sorpresa y preocupación. La decisión de ir a buscarlo había sido unánime, pero ver a Izuku tan agitado les preocupaba. Sin embargo, la voz de All Might se alzó por encima del murmullo que se extendía entre ellos.

—Joven Midoriya, no podemos permitir que sigas en el inframundo, donde Hades puede manipularte a su antojo. No podemos dejar que su influencia te consuma.

—¡No entienden! —exclamó, su frustración transformándose en una tormenta de emociones.— No era solo una manipulación. Lo que sentí allí, la conexión, el amor... era real para mí.

Mirko se acercó, su rostro imperturbable, pero la preocupación brillaba en sus ojos. —Izuku, eso es exactamente lo que él quiere que sientas. ¡Hades está jugando contigo!

Las palabras de Mirko fueron como un golpe en el estómago, pero Izuku no podía evitar recordar la calidez de la mirada de Todoroki, la intensidad de su deseo. Cada instante en el inframundo lo había dejado anhelando más. Sentía que cada palabra susurrada por Todoroki había dejado una huella en su corazón.

—¡No es un juego! —protestó, sintiéndose atrapado entre su realidad y la conexión que había descubierto con Todoroki. Era como si las semillas de granada que había consumido en el inframundo le hubieran dejado un anhelo persistente, un deseo de regresar que no podía ignorar. Cada pensamiento lo llevaba de vuelta a esa oscuridad, a la promesa de amor y propósito que había encontrado.

A medida que la conversación continuaba, el ambiente se volvía cada vez más agobiante para Izuku. Su mente giraba, atrapada en un torbellino de emociones y confusión, mientras la presión del mundo exterior se volvía insoportable. A pesar de estar rodeado de sus amigos, se sentía cada vez más aislado, como si la luz de su entorno solo resaltara la sombra que acechaba en su interior.

La presión se intensificaba, cada palabra de sus amigos resonando como un eco distante. Estaba sintiendo que su identidad se desgastaba, fragmentos de su ser desgarrados entre el deseo y el deber, la luz y la sombra. La voz de sus aliados sonaba lejana, casi como un murmullo ahogado en la tempestad de sus pensamientos.

Al recordar la última comida que había tenido, solo semillas de granada, un malestar comenzó a crecer dentro de él, mezclándose con la presión emocional que lo abrumaba. Su cuerpo, ya debilitado por la falta de nutrientes, se negaba a cooperar. Izuku sintió que la visión se le nublaba, las formas familiares de sus amigos comenzaban a desdibujarse.

—¿Joven Midoriya? —La voz de All Migth sonó distante, como si estuviera hablando desde el fondo de un túnel.

Y entonces, la oscuridad se abalanzó sobre él. Con un último intento de aferrarse a la realidad, Izuku sintió cómo sus piernas se desvanecían, y el mundo a su alrededor se volvió negro. Cayó al suelo, desmayado, el eco de sus emociones y la sombra de Todoroki aún atrapados en su mente.

Los héroes se lanzaron hacia él, sus rostros llenos de preocupación mientras su cuerpo yacía inmóvil. Toshinori, con una mezcla de miedo y urgencia, se agachó junto a él, buscando señales de vida. Su corazón palpitaba rápidamente, temía lo peor. Las manos de Izuku estaban frías y su respiración era irregular.

—¡Izuku! —llamó, su voz quebrándose por la angustia mientras le daba suaves golpes en la mejilla. Mirko se unió a él, tratando de mantener la calma mientras examinaba a su amigo. Hawks observaba, su corazón pesado por el temor y la impotencia.