En una colonia Inglesa ubicada en las Islas Hirvientes, un archipiélago recién descubierto, vive infelizmente Luz Noceda, hija bastarda de un soldado inglés y una esclava. La vida es dura para ella cada día, aún así se esfuerza por mantener una sonr...
En un barco camino a las Islas Hirvientes, Raine Whispers, un músico amateur, estaba al borde de la embarcación, esforzándose por no vomitar por sexta vez en el viaje. ¿Por qué una persona con un aguante tan bajo a los mareos se subiría a un barco con destino a unas islas en medio de la nada? Seguro se preguntarán. La respuesta es simple: Crecimiento. Verán, a pesar de que Raine era verdaderamente dedicado y talentoso, tenía un pequeño problema, sufría de pánico escénico. ¿Así que cuál fue la solución que se le ocurrió? Ir hacia el lugar más recóndito y aterrador del que se enteró esperando que la experiencia le trajera inspiración y valor.
Ya sintiéndose algo mejor, el hombre decidió regresar a su camarote y preparar sus cosas para desembarcar ya que estaban finalmente en el último tramo del viaje. En el camino por accidente chocó su hombro con uno de los tripulantes, el cual tenía un leve aroma a alcohol.
Tripulante: ¡Oye cabron! ¡¿Cuál es tu problema?!
Raine: L-lo lamentó, fue solo un accidente.
Tripulante: Me ensuciaste la camisa. Espero tengas con qué compensármelo.
Raine: E-en estos momentos no tengo mucho dinero. Gaste casi todo en el pasaje.
Tripulante: ¡¿Qué?! ¡Entonces atente a las consecuencias! Levantó su puño amenazante. Raine cruzó los brazos sobre su cara esperando por el golpe.
Emira: ¡Oye grandulón, dijo que fue un accidente! ¡¿O acaso eres tan idiota que no sabes hablar ni tú propio idioma?! Aquel marinero volteó de inmediato a esa voz, viendo frente a él a la belleza de largo cabello verde trenzado, ojos dorados, vistiendo un conjunto de pantalones negros ajustados, camisa formal de hombre de manga larga con un corsé negro encima de esta que se pegaba a su cintura y busto y una funda de cuchillo largo atada a cada uno de sus muslos.
Tripulante: Valla, solo es una muchacha. Oye chica no deberías de meterte en asuntos de hombres y tampoco vestir así. Cosas malas podrían pasarte por mostrar tanto. Dijo mirándola de arriba a abajo con descaro.
Emira: No tengo razones por las que ocultar mi cuerpo. Aquellos que lo miran igual que tú son solo idiotas u ebrios impotentes que no pueden hacerme nada. Ahora deja en paz a este hombre, vete por otra botella de licor y así tal vez le hagas un favor al mundo cayéndote por la borda.
Tripulante: ¡Maldita! Grito para entonces sentir como el filo de una espada era puesto sobre su cuello, amenazándole con rajarle la yugular. El responsable, un chico joven de cabello blanco y ojos rojizos con una cicatriz en el rostro, vistiendo una armadura dorada de poco peso.
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Hunter: Ya escuchaste a la señorita. Lar-ga-te. Presionó más su arma, haciendo sudar al hombre que se fue despavorido.
