LIAM

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Era la cuarta vez que, tras abrirse la puerta y sonar el cascabel, aparecía el hombre de negro. Los hombres-guardia que entraron con él parecían casi guardaespaldas, pues venían dos delante y dos detrás; y detrás de todos había otro hombre, con un baldo lleno de agua del que salía humo. “El agua debe estar muy caliente”, pensé en ese momento; y no tardamos en descubrirlo. Del borde del balde colgaban unos guantes largos y un paño medio mojado.
El hombre de negro tenía una cara impasible mientras cogía los guantes del balde y se los ponía con tranquilidad y lentitud. Y el otro dejó el balde en el suelo, salpicando unas gotas de agua en este.
El hombre nos miró mientras se ponía los guantes, que le llagaban casi hasta los codos. Y cuando se terminó de colocar el guante derecho, señaló con esa mano a Liam, el baterista del grupo. El chico se encogió en su sitio, temblando; pues si del agua salía tanto humo y vapor era que estaba muy caliente, y eso dolería.
Los dos hombres que anteriormente estaban tras el de negro se acercaron para coger a Liam por los sobacos y llevarlo a rastras al centro, al lado del balde. El chico ya gritaba y lloraba desesperadamente, temiendo por su vida. De ahí sabía que no saldría vivo…
Los hombres parecieron cambiar de opinión, porque, en vez de dejar a Liam en el suelo, lo llevaron a las ataduras de cuero de la pared; atándole pies y manos. El chico rogaba por su vida, mientras se movía intentando soltarse.
El hombre de negro se agachó sobre el balde, cogió el paño y lo mojó en el agua hirviendo. Luego se acercó a Liam y escurrió el paño en el hombre derecho de este, haciendo gritar al chico. Del hombro salió vapor, y la piel se puso muy roja; segundos después, quedaron círculos rojos a carne viva. El balde de agua hirviendo estaba bajo el cuerpo de Liam, lo que provocaba que el vapor demasiado caliente que subía le quemase la piel y se la dejase roja, e incluso le provocase ampollas sobre su blanca piel.
El hombre de negro metió el paño otra vez en el agua ardiente, y mientras se levantaba, lo pasó sobre las piernas desnudas de Liam, subiendo poco a poco por los gemelos del chico, pasando por la rodilla para terminar en sus muslos. De la garganta del chico salió un grito agudo y estremecedor, que nos hizo soltar un gemido a todos y taparnos los oídos. No tardaron más que unos segundos para que la piel del chico que pusiese roja, le saliesen ampollas en algunos sitios y se quedase en carne viva en otros sitios como los tobillos y las rodillas. El paño fue introducido una tercera vez en al agua; el hombre esta vez posó el pañuelo sobre el pómulo izquierdo de Liam, y apretó; cuando aparto el paño, la zona en la que había estado en paño estaba a carne viva y con un par de ampollas. El de negro puso el paño sobre la nariz y el otro pómulo de nuestro amigo, y cuando lo retiró, estaba de la misma forma que el primer pómulo. Luego, sin volver a mojar el paño, lo pasó y restregó por la frente de su víctima; ahora toda la cara de Liam estaba roja y a carne viva, sin piel que le protegiese.
El hombre de negro rasgó la camisa de Liam un poco, pero lo suficiente como para dejar al descubierto el pectoral del chico. Se agachó y mojó el paño. Cuando se enderezó, apretó el paño sobre el pecho de Liam, volviendo el chico a gritar. Liam lloraba, y aunque no tuviese el paño en su cuerpo gritaba de dolor; lo que supuse que era por las lágrimas, pues al ser estas algo saladas, escuece sobre la carne desnuda sin piel. Nuestro amigo estaba sufriendo demasiado, y nosotros estábamos sufriendo al ver su piel tan roja, llena de ampollas y, en algunos lugares, siquiera con algo de piel; con sus gritos y lloros estremecedores y llenos de dolor y sufrimiento.
El hombre de negro dejó el paño sobre el balde, se quitó los guantes y sacó la daga curvada. Se acercó al cuerpo de Liam y restregó la daga sobre la poca piel que le quedaba, en el estómago. Le hizo un corte poco profundo del que salió sangre que escurrió hasta manchar la camiseta. Le hizo otro corte en el hombro sano, muy cerca de la clavícula. Y siguió con los brazos, los cuales estaban intactos. Clavó profundamente el cuchillo en el tríceps derecho, sin llegar a tocar ninguna vena ni arteria importante para no desangrarle. Repitió la acción en el otro brazo. Los gritos del chico eran estridentes y ensordecedores. El hombre de negro saco su navaja; la paso por detrás de las orejas del chico. Y segundos después, se oyó el grito de Liam, que sólo podía significar que estaba apretando el pequeño cuchillo. Le estaba quitando la piel de detrás de la oreja, dejándola a carne viva.
Apartó la navaja, limpiándola con un pañuelo pulcramente blanco, que seguidamente guardó. Y con la daga empezó a hacer cortes superficiales en el antebrazo derecho de Liam, y cuando este brazo quedó entero lleno de cortes sangrantes, pasó al brazo derecho, en el que hizo lo mismo. Los brazos de Liam, al estar atados, estaban levantados, así que la sangre resbalaba por los brazos hasta los sobacos, o goteaba al suelo.
El hombre de negro terminó su tarea de hacer cortes superficiales, y apuntó su hígado. Clavó sin pudor alguno el arma sobre el órgano del chico, quien gritó. El corte había sido tan profundo que había alcanzado la aorta, como resultado, segundos después, el cuerpo sin vida de Liam cayó hacia delante, agarrado por el cuero de las muñecas y tobillos; la cabeza se balanceó un par de veces hasta quedar quieta en el medio, caída hacia delante.
Le soltaron y le agarraron; le arrastraron hasta los otros cuerpos, y allí le dejaron. El hombre de negro sacó el pañuelo manchado de sangre y con él limpió la daga; luego, como las otras veces, tiró el pañuelo sobre los cadáveres de nuestros compañeros. Salieron de la sala, cerrando la puerta con un ruido sordo. Nosotros nos abrazamos los unos a los otros, y tiempo después caímos rendidos, y nos dormimos.

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Aquí está la siguiente parte que os prometí, siento haber tardado.
Espero que os esté gustando.
Saludos,
~Mark~

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⏰ Última actualización: Dec 27, 2021 ⏰

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