Aún con la autoestima por los suelos, Levi Ackerman confiesa sus sentimientos a su amor platónico, pero lo peor no es ser rechazado, sino lo que viene tras ello. Han pasado los años y aquel azabache no es la misma persona tímida y retraída que fue a...
Si cuando digo que no sé cuándo actualizaré es verdad.
Aquí les dejo la actualización. Espero la disfruten, con salud.
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El esperado y maldito día de la reunión había llegado para todos.
El encargado de la organización decidió ocupar una sala privada y bastante amplia de un restaurante japonés muy conocido en la ciudad. Todos estaban allí divirtiéndose y hablando entre risas y bromas, o casi todos, puesto que Levi aún no se había presentado.
- ¿Creéis que vendrá "ya sabes quién"? Muero por verlo, y más tras lo que sucedió hace años... No sabéis la pena que dio... - chismorreaba una de las invitadas junto a dos de sus compañeros quienes reían ante sus comentarios, aunque no fue la única en la sala. Muchos incluso esperaban poder reírse del deplorable aspecto que éste pudiese tener con el paso de los años.
De pronto las puertas de aquel salón se abrieron de golpe para dejar pasar a un azabache de ojos claros, vestido elegantemente a la par que casual, causando estupor a cada uno de los invitados.
El que era el antiguo delegado y actual organizador del evento, creyéndose que se trataba de un intruso o alguien que se había equivocado de sala, puesto que muchas mujeres lo creían un stripper, se acercó a él pidiendo su identificación, pero al conocer su identidad no solo él se paralizó, podría jurar que todos allí lo hicieron creyendo imposible la verdadera realidad.
Cuán hipócritas podían ser muchas de aquellas mujeres, puesto que las mismas que hace años se reían a sus espaldas, ahora prácticamente se peleaban por poder hablar tan solo unos segundos con él, y tal eran los pensamientos de Levi que en alguna ocasión se forzó a sonreír, cosa que rara vez hacía.
Pero aquellas mujeres no eran las únicas atentas de los movimientos del azabache, sus propios compañeros también lo estaban, quienes criticaban envidiosos, o incluso vitoreaban el gran cambio de Levi. Pero había un solo un hombre que no lo hacía, quien estaba en la barra de bebidas tomando un whisky solo, aunque eso no significaba que se estuviera perdiendo detalle de todo lo que sucedía, un escenario en el que obviamente entraba Levi en su mira.
Cansado y saturado de las voces chillonas y los hostigadores perfumes que las mujeres a su alrededor emanaban, con una simple excusa el azabache se escabulló y se acercó a la barra, puesto que desde su punto de vista no había nadie en el lugar quien tuviera un digno tema con el que entablar conversación.
Se sentó en uno de los taburetes y pidió un Martini de fresa. Necesitaba al menos un poco de alcohol si quería soportar a toda esa gente, o al menos un par de horas más.
- Esas mujeres...Serán falsas... Cuando hace años lo único que hacían era reírse... - decía para sí mismo creyendo que el bartender lo escucharía y en todo caso se sumaría a la conversación - Cómo me molestan este tipo de eventos...
