OFICINA CENTRAL DE INVESTIGACIONES POLICIALES.
12 DE OCTUBRE 2006
El hombre suspiró una vez.
Su cansancio era notorio no solo en su rostro, sino en sus cansados y oscuros ojos marrones, decorados con ese particular tono violáceo debajo de estos. Dejó descansar su cabeza entre sus manos mientras la luz del ordenador mostraba lo grasiento de su cabello oscuro. Estaba agotado. Probablemente llevaba más de dos días sin dormir y algunos pares de meses sin conciliar un sueño tranquilo y saludable. Bajó las palmas de sus manos hasta su crecida y desprolija barba y volvió su atención a la pantalla, donde los mismos nombres se repetían una y otra vez. Llevó su dedo índice a la pantalla y lo guió de un nombre al otro balbuceando para sí mismo. Asentía y negaba cada par de minutos con más confusiones que aciertos.
De golpe, la puerta de su despacho se abre sin ser golpeada con anterioridad, dejando entrar a un hombre de mediana edad con el mismo uniforme azul oscuro que él llevaba puesto.
— Hay más cafeína y tabaco aquí que en el resto del maldito mundo, Fred.
Sus ojos cansados le pusieron atención por un segundo, pero volvieron a pegarse a la pantalla.
— ¿Por qué no vas a casa, amigo? Has estado aquí por, no lo sé, ¿una maldita semana?
El segundo hombre tomó asiento del lado de enfrente al escritorio y suspiró al ver que su compañero no le ponía atención. Su voz era suave y pacífica, mostrando cuanto en realidad le interesaba el bienestar del primer sujeto.
— ¿Crees que no quiero hacerlo, Derian? — habló por primera vez. Se oía como su garganta estaba reseca y áspera, tal y como si fuera que el humo del cigarrillo fuese lo único que había ingerido últimamente. — Pero allí haré lo mismo que aquí: mirar la estúpida pantalla de un ordenador, apilar hojas de reportes, noticias, nombres, lugares...— exhaló con fuerza por enésima vez en esa última hora y se dejó recostar sobre el respaldo de su silla negra. — Repasar una y otra vez los malditos nombres de estos asesinos.
Derian Anson lo escuchó con un semblante preocupado en su rostro. Su compañero estaba casi devastado en vida desde la muerte de su hermana, pero encontrar serias similitudes con las muertes de otras víctimas levemente relacionadas, lo estaban enloqueciendo.
Se acercó al escritorio y apoyó sus codos sobre él. Intentó que su amigo de toda la vida lo mirase pero nuevamente, como cada una de las veces que había intentado hacerlo entrar en razón, no lo consiguió, por lo que solo atinó a hablar una vez más.
— Fred, sé cuanto amabas a tu hermana, ¿de acuerdo? No es que no me importe o no pueda ponerme en tu lugar. Sé que quieres ver algún tipo de trasfondo a su caso pero, créeme, nada lograrás con esos nombres. Todos esos...— dudó sobre como llamarlos, —... 'niños' simplemente presenciaron la muerte de alguno de sus padres, al igual que tu sobrino, nada más hay detrás de eso. — Fred Locke fijó sus ojos marrones en Derian por primera vez en mucho tiempo. Ninguna palabra salió de su boca, pero aún así, parecía ponerle atención. – Entiendo tu dolor y tu impotencia, hermano. Pero esos muchachos el único crimen que cometieron, fue ser testigos de la muerte de alguno de sus padres.
— No todos, Derian. Esta probado que la mitad de ellos fueron los asesinos. Fueron quienes sostuvieron el arma homicida y asesinar...—
— ¡Eran niños, Fred! ¡Eran todos unos malditos mocosos con padres drogadictos y abusivos! Porque no me digas que eso no dice en sus expedientes porque también me los hiciste leer a mi ciento de veces. — Derian se puso de pie y tomó el primero de todos los documentos que se encontraban apilados en fila sobre la mesa marrón. — ''León Mustafá'' — leyó y arrojó el archivo sobre el teclado del ordenador de Fred. — Asesinó a su padre cuando tenía doce años por defensa propia porque era un maldito borracho y violento. ¿Qué demonios tiene que ver eso con tu hermana, eh?
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Resilientes
Bilim KurguLa terquedad y admiración de un hombre por su hermana, lo hará investigar con profundidad los misterios que rodearon su muerte, sin imaginar que se encontraría con conexiones extrañas con otras muertes igual de enigmáticas. Siete muertes. Siete as...