Amor de hermanos TMI FanFic (J/C/S)

Capítulo 3

Sebastian se apartó de la pareja y se mostró fuera de la habitación mientras Clary empezaba a dormirse en los brazos de Jace mientras éste tarareaba una nana francesa al oído de su hermana. A Sebastian siempre le costó mucho entender a su hermano. Incluso ahora, con la conexión entre ellos, Jace seguía siendo un misterio.

No podía empezar a saber cómo Jace podía estar tumbado al lado de Clary, completamente satisfecho sólo con su satisfacción. El animal que había en Sebastian quería volver a entrar allí, inmovilizarla y tomarla tantas veces como quisiera. Pero una nueva faceta de Sebastian lo había arrastrado lejos de ella hasta la sala de entrenamiento, donde pasó las siguientes horas entrenándose, deseando que su dolorosa erección desapareciera, pero la maldita cosa era persistente. Lo único que deseaba era estar encima de ella, penetrando profundamente en su interior. Quería que ella lo envolviera, gimiendo su nombre como lo había hecho cuando le suplicó que la hiciera venir.

En cambio, estaba solo mientras Clary estaba al lado de Jace. Estaba solo mientras Clary le profesaba su amor a Jace. Siempre estuvo solo mientras Jace era amado y cuidado por todos los que deberían cuidarlo. Su propio padre favorecía a Jace por encima de Sebastian, su madre seguramente favorecía a cualquier otro que no fuera el demonio que trajo al mundo. Su hermana debería amarlo, debería quererlo a él, no a Jace.

Comprende que ese deseo estaba mal, pero no le importa. La desea, ahora más que nunca gracias a la maldita conexión con Jace. Excepto que la conexión ha sido más de lo que él esperaba. Los cambios que ha provocado han cambiado algo más que a Jace, estaba empezando a cambiar a Sebastian. Podía sentirlo en sí mismo. Es la única razón por la que no está conduciendo hacia ella en este momento porque sabe que sólo haría que ella lo odiara más. Sin embargo, el solo hecho de pensar en ella le devolvió la mente a su situación actual.
Con una mano en la mesa para estabilizarse, Sebastian se inclinó sobre la mesa de armas, con sus pensamientos llenos de Clary. Empujó sus pantalones de entrenamiento y sus boxers hasta los tobillos, dejando libre su polla. Dejó que sus frías manos se apoderaran de su palpitante miembro, acariciándose arriba y abajo, lentamente al principio y más rápido a medida que su imaginación se volvía más salvaje.

Se imaginó a Clary entrando a zancadas detrás de él, sus pequeñas y delicadas manos deslizándose sobre su piel y bajando. Vio cómo la Clary de su cabeza tomaba la polla en sus manos y la acariciaba, pasando el pulgar por la punta del hongo, haciéndole estremecer de placer. Clary le dio la vuelta para mirarla y se arrodilló frente a él, sin dejar de acariciar su pene con la mano. Se inclinó hacia delante, sin apartar sus ojos de los de él, como si le desafiara a apartar la mirada, y pasó su lengua desde la base de su polla hasta la punta una y otra vez, haciéndole gruñir de expectación igual que lo había hecho cuando se burlaba de ella. Justo cuando estaba a punto de agarrarle la cabeza y metérsela hasta el fondo de la garganta, ella se metió la punta en la boca, gimiendo a su alrededor cuando una gota de presemen tocó su lengua. El sonido vibró en su garganta y le hizo gemir. La observó chupando, con las uñas clavadas en sus muslos. No fue hasta que ella subió una mano para apretarle los huevos mientras le hacía una garganta profunda, con ligeras náuseas por su tamaño, que los ojos se le pusieron en blanco.

Echó la cabeza hacia atrás mientras apretaba la mano alrededor de su polla, fingiendo que era la boca caliente y húmeda de ella. Finalmente, el calor que se acumulaba en la boca del estómago se liberó y su semen caliente estalló sobre la mesa y sobre sus manos, goteando por sus tonificadas piernas.

Sin dejar de respirar con fuerza, utilizó sus pantalones de entrenamiento para limpiarse a sí mismo y a la mesa, sin importarle andar en calzoncillos. De todos modos, era su casa. Se dio la vuelta, listo para volver a subir y comprobar cómo estaba su hermana pequeña, sólo para descubrir que no era necesario.