Capítulo 13

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I WON

Alan

Unas horas antes.

—Joder.—suspiro cuando se derrama la leche del cuenco de cereales sobre la encimera.

Cogo una servilleta y la paso por encima del líquido. Dejo la servilleta en el mismo sitio para agacharme y abrir el cajón de los cubiertos observando una cuchara grande.

La cojo y la meto en el cuenco para empezar a llevarmela a la boca sin observar un punto en específico. Todo está en silencio, hasta que este se perturba con unos gritos en la planta superior.

Suspiro, no será nada.

Aunque pronto dejo de pensar lo mismo. Se escucha algún que otro golpe y el bullicio que se empieza a formar. Sin atender a eso me termino los cereales y los dejo en el lava platos.

Aplausos comienzan a sonar y entonces me encamino escaleras arriba.

Cuando estoy en el último escalón diviso a todas las personas fuera de sus habitaciones en masa. Formando una barrera que no me deja ver lo que ocurre.

Tras unos segundos en los que no he reaccionado me acerco apartando a la gente con ayuda de algunos codazos. Algunos se quejan aunque yo los ignoro olímpicamente.

Lo último que espero es ver a Briana de espaldas, tensa por lo que parece. Los músculos de sus brazos se ven contraídos y sus puños se encuentran cerrados, y espero que no esté clavando sus uñas en la carne.

Ella no vuelve a girarse, abre la puerta de su habitación entrando y cerrando a su espalda.

Doy un paso adelante y hasta este momento no me doy cuenta de la mujer tumbada en el suelo, con abundante sangre escabulléndose de su nariz. Lo más seguro es que se encuentre rota.

La imagen me mantiene indiferente, la rubia conecta sus ojos con los míos e intenta sonreír de forma seductora. Pero como he nombrado, se queda en el intento ya que parece una mueca extraña bajo un barro de sangre.

La miro indiferente, y recobro el sentido dirigiendome a la habitación de Briana, en la que ha desaparecido hace un minuto. Doy dos golpes sobre la puerta y escucho como maldicen al otro lado de la madera.

Cuando abre la puerta, mis ojos viajan a su labio partido. Brota un líquido carmín por este que deja cubierta su barbilla, sigo el camino de sangre que se cuela bajo el cuello de la camiseta blanca que trae puesta. Y mis ojos se desvían al canalillo de sus senos en la que deja ver un tono rojizo.

Trago saliva y la miro a los ojos, no hace falta atar muchos cabos para saber que ha sido quien le ha dañado el labio. Y a mí me hierve la sangre que la hayan tocado, debería haber subido.

Incluso ahora que has podido evitarlo, no lo has hecho.

Trago saliva ante el pensamiento instruso que cruza mi mente. Maldigo mentalmente, no puede volver a ocurrir. El solo pensamiento de que la toquen hace que quiera romper todo.

Mi primer instinto es gritarle, estoy preocupado por ella. Pero al segundo de hacerlo me arrepiento, no es así como debo de transmitirle mi preocupación. Gritarle no hará nada.

Paso mis manos por mi rostro intentando mantenerme sereno, al menos lo suficiente.

—Alan, estoy bien.—dice en un tono suave.

Quiero protegerla, no quiero que nadie la roce, no quiero que brote ese líquido asqueroso por su bella piel, no quiero que sus bellos labios sufran.

Lo primero en lo que pienso es que cerca de mi nada le puede ocurrir. Alargo mi mano tomando su brazo para que su cuerpo se amolde al mío.
Y eso hace, acaricio su cabello de forma lenta, plasmando la suavidad de sus rulos en mi mente, para recordarlo cuando no la tenga cerca.

Si fuéramos estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora