CAPÍTULO III*

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Capítulo III: Beckett

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La mañana se me hizo eterna, más que nada porque estaba deseando llegar a mi casa para escribirle a Colbert (sí, sé que suena extraño, pero es que tenía muchas ganas de conocerlo y de que él me conociese para así cumplir mi propósito). Pero tampoco quería llegar porque sabía que Beckett seguro que me estaba esperando allí para echarme la bronca.

- Entonces... - me estaba diciendo Abby - ese tal Colbert te ha dado "desinteresadamente" su número de teléfono para que, según él, lo conozcas mejor, pero... ¿en qué sentido quiere que lo conozcas? - acabó preguntando, con una sonrisa pícara en los labios.

Beau casi se atragantó con su bebida al escucharla y acabó tosiendo un poco. Cuando se le pasó, me miró con los ojos muy abiertos.

- Uhmmm... Así que ya no puedo tirármelo, ¿no? - dijo, mientras hacía un intento de mueca triste.

Iba a responderle a ambos, pero Abby me interrumpió.

- Bueno, no pierdas del todo la esperanza, mi querido Beau - le sugirió, guiñándole un ojo-. Aunque este chico se haya interesado en ella, sabemos perfectamente que a nuestra querida Apple le va "otro rollo de chico".

Ante esa mención indirecta, me puse colorada. 

- Eh... Yo... Bueno, que no es que me guste, pero... - intenté decir, pero las palabras no terminaban de salir de mi boca. 

- Tranquila tía, que si yo fuese tú, también me estaría tirando a Beckett. Es que, no hay más que verlo, con ese porte, esa elegancia, esos ojos... - me interrumpió (otra vez) Abby, mientras hacía gestos con las manos y prácticamente babeaba.

¿Cómo se habían enterado mis amigos de que me acostaba de vez en cuando con Beckett? Pues la verdad... ni idea. Según lo que me dijeron, yo se lo comenté cuando pillamos una borrachera hace unos meses, pero no tengo recuerdos de eso y siempre he tenido otra teoría de cómo llegaron a enterarse, porque en un viaje que hicimos todos juntos (en el que también iba Beckett), él y yo acabamos durmiendo juntos y... no solo dormimos... y además, somos bastante ruidosos y... bueno, creo que puedes imaginártelo.

Ante el comentario de Abby, Beau se rio y negó con la cabeza. Cuando se enteró de lo mío con Beckett, se mostró inconforme, y no ha cambiado de opinión. Él siempre dice que debería buscarme a un chico más joven que Beckett y meterme en una relación más seria, pero yo no quiero eso. A ver, no es que Beckett sea muy mayor (en realidad, sólo tiene 22 años), pero no quiero una relación con nadie; prefiero mis líos esporádicos con mi representante.

- Que, por cierto - volvió a decir Abby -, ¿no habías quedado ahora después con él?

- Eh... Pues sí. Básicamente, me echará la bronca por lo de ayer y me hablará, más detenidamente, sobre que no debo mentirle y todas esas cosas.

Abby comenzó a reírse, a lo que yo la miré y puse cara de extrañada (aunque ya sabía lo que su risa quería decir).

- ¿De qué te ríes? - preguntó Beau, que no pilló la "indirecta".

A Abby le dio más la risa, pero le contestó a Beau:

- Pues, ya sabes, que Beckett no va solamente a "echarle la bronca". Seguro que, después de la bronca, la "castiga" - dijo Abby, haciendo comillas con los dedos mientras decía esto último.

Volví a sonrojarme, pero no negué nada, porque hasta yo estaba segura de que algo así iba a pasar. Y, aunque no quería que me echase la bronca, de lo que sí tenía ganas era de lo que acababa de decir Abby.

PAPEL Y TINTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora