CAPÍTULO VIII*

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Capítulo VIII: La violencia no es la solución... bueno, a veces sí

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Beckett

La noche anterior...

- ¿Es usted el señor Beckett? - me preguntó un hombre de mediana edad, revisando varios papeles.

- Sí, soy yo.

- Mhm... ya veo... y usted debe venir con la señorita Apple, ¿verdad?

Al mencionar su nombre, una extraña sensación se instaló en mi estómago. Era como si algo me revolotease por dentro, pero no sabía explicarlo bien. Entre ella y yo no había sentimientos, solo sexo casual y una buena relación de amistad, pero... cada vez que oía su nombre, había algo que me hacía ponerme nervioso.

- Em... bueno, ella entrará junto con otros famosos por la alfombra roja.

- Sí, sí, es verdad, no me acordaba. Pues entonces, ya puede pasar y sentarse en el sitio que se le ha reservado.

Asentí con la cabeza, entrando en el enorme edificio que se extendía ante mis ojos. Los fotógrafos estaban acaparando a flashes a decenas de celebridades a mi espalda y, delante de mí, sólo unos cuantos representantes de algunos famosos se dirigían adentro para ocupar sus asientos.

Giré un momento la cabeza, buscando con la mirada a Apple, pero sólo logré ver a unos actores que participaban en la serie que estrenaban.

Empecé a caminar y me perdí entre tantos pasillos y tantos trabajadores del evento que corrían de un lado para otro. Tardé bastante en llegar al salón donde se disponían los asientos, las mesas, un gran escenario y una pantalla gigante en el medio. Busqué mi sitio y me senté. Estaba sólo en la mesa, esperando a la gente que se iba a sentar ahí. Beau y Abby, a los que había conseguido unas entradas, aún no habían llegado, y a Apple seguro que le faltaba un poco. 

El salón se fue llenando poco a poco, sobre todo de representantes y managers de distinguidas agencias. Quería acercarme a alguno y hablar un poco del mundillo con él, pero era muy complicado porque desde el escándalo del año anterior, la mayoría de agencias y de gente famosa nos evitaba a Apple y a mi pequeña empresa.

Me estaba debatiendo entre si dar el paso y acercarme a hablarle a alguien o quedarme en mi sitio, cuando me dieron un toque en el hombro. Abby, con un vestido verde que le quedaba un poco por debajo de las rodillas, con la espalda descubierta y el pelo recogido en un moño, me sonrió mientras se sentaba en uno de los asientos a mi derecha. Beau, por su parte, me dio una palmada en la espalda y se situó a mi izquierda. Su traje color azul marino, con una pajarita a juego con el color amarillo de sus gemelos, contrastaba con su pelo teñido en las puntas de blanco.

No había ni rastro de Apple y Beau tuvo que ver la incertidumbre en mi expresión, porque dijo:

- La acabamos de dejar en la alfombra roja, está espectacular.

Asentí, en señal de agradecimiento por la aclaración, aunque estaba nervioso. ¿Se habría puesto el traje que le diseñé o habría optado por el vestido que ella había encargado?

Miré a la pantalla gigante, que había empezado hacía unos minutos a retrasmitir la alfombra roja. Pasaron aún unos interminables minutos hasta que la vi.

Apple se había puesto el mono granate que yo le había diseñado. Se ajustaba perfectamente a su figura, resaltando la forma de sus caderas, de su cintura, de sus pechos. La espalda estaba al descubierto, pero mostraba una serie de telas que la rodeaban hasta unirse en la parte de su abdomen. El color granate del mono, que también era muy parecido al color del vino tinto, le daba un toque elegante e incluso la hacía parecer algo mayor de lo que era. La hace parecer de tu edad. 

PAPEL Y TINTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora