siete

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Finalmente a la tarde siguiente llegaron a Flint. Izana nerviosamente agarró el tablero del automóvil, su corazón martilleaba en su pecho y esperaba por la vista de su nueva casa.

—Aquí está. —kakucho anunció con voz apretada cuando una fábrica entró en el punto de vista.

—¿Aquí? —izana hizo un ligero movimiento de desaliento. Eso debía ser alguna clase de broma que le estaban jugando por ser el chico nuevo—. No puede ser. Esto luce como un basurero.

—Solo lo estás viendo por fuera, pero la apariencia puede ser engañosa. La primera vez que nos reorganizamos aquí, fue porque necesitábamos un lugar grande. Cuando las compañías de autos se fueron de Flint dejaron atrás muchas fábricas vacías. Los lugareños estaban felices de ver que alguien les daba uso para algo que no fueran casas para drogadictos, así que no hicieron muchas preguntas cuando las compramos y nos mudamos aquí.


—¿Tú vives aquí? —Izana sintió un remordimiento de culpa.

—No, muchos tenemos nuestro propio lugar. Las diferentes especies de felinos como nosotros no nos llevamos lo suficientemente bien como para cohabitar sea una buena idea.

Pensando en la facilidad con que Mitsuya podía ponerle nervioso, Izana podía entender perfectamente lo que Kakucho quería decir. Aunque ahora eran amigos, no creía que pudiera tomar más que pequeñas dosis de la pantera.

—¿Dónde vives? —izana esperaba no sonar como un acosador necesitado.

—Como a 5 millas de aquí. Es un apartamento pequeño, pero es solo para mí. No necesito mucho, ser ama de casa no es lo mío, por eso pienso que es lo mejor.

Izana asintió pensando acerca del agujero de mierda de su apartamento que dejo atrás. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que el casero notara que no iba a volver y echara todas sus cosas afuera? Un pequeño remordimiento le surgió, porque Izana no tenía mucho, pero era suyo y odiaba eso, puesto que sus cosas iban a terminar en el cubo de la basura.

—Aunque acudimos aquí siempre que el líder nos llama, Shinichiro tampoco vive aquí.
—¿Qué sobre Mikey y Emma?

—Ellos sí viven aquí, por lo que he oído tienen ya lista tu habitación, no te preocupes acerca de no tener un sitio para estar. Si conozco a Emma probablemente tenga el armario atestado con toda clase de cosas. —kakucho se aproximó lentamente a los grandes portones.
Una alambrada rodeaba todo el edificio y aunque Izana no era experto en esas cosas estaba casi seguro que estaba electrificada. Apenas lo notó, ya que se sintió decepcionado por dos cosas, una, que Kakucho se iba a ir 5 millas de distancia, y dos, no le había preguntado  si quería quedarse con él.
¿Cómo podía esperar que después de tan solo una noche de sexo, Kakucho quisiera que se convirtieran en pareja? De acuerdo, había sido un sexo que te hacía volar la mente, pero era obvio que todo lo que había tenido con Kakucho era sexo. Por buena que fuera la sensación, no era como si se hubiera enamorado como Izana, como él lo estaba de Kakucho.

Izana todavía no estaba seguro de cuándo fue la primera vez que sintió amor por el negro jaguar pero fue en algún lugar de ese infernal viaje. Aquí no había error, tenía fuertes sentimientos por Kakucho.

Para hacer las cosas peor, desde que habían dejado el hotel, Kakucho se había vuelto frío y distante. Izana sentía un fuerte pavor helado fraguándose en su estómago. ¿Qué si el sexo que tuvieron no le había volado la mete a él? ¿Cómo era posible que la jodiera en la cama? O peor, quizás había roto algún tabú de los cambia formas y Kakucho estaba muy disgustado por no poder plantar sus botas firmemente en el culo de Izana y patearlo fuera del vehículo mientras todavía estaba en movimiento.
La peor parte era que aquí no había nadie a quien pudiera preguntarle, no es como si pudiera comentar que había tenido sexo con un gatito. No era que pudiera ir simplemente hacia Shinichiro, estrechar su mano y decirle:
«Sí, soy tu hermano largamente perdido  y  a  propósito está todo bien, me acosté con uno de tus soldados a los pocos días de conocerlo. Tú no  tienes  alguna  extraña regla contra eso o alguna otra cosa ¿verdad? Si es así.
¿Cómo se disculpan? ¿Con una  canasta  de  frutas  o alguna otra cosa?»
Agradecido, vio venir a un guardia desde una caseta blanca, se aproximaba al vehículo llevándose lejos sus problemáticos pensamientos. El hombre alto, estaba vestido con una camisa verde y pantalones negros de trabajo, su cabeza lucía su pelo rubio corto y tenía los ojos azules más oscuros que Izana hubiera visto. La mirada del cambia formas iba de Kakucho a Izana, levantó su ceja pero por algún motivo, no tuvo ninguna reacción por tener un extraño en sus dominios.
Kakucho bajó el cristal del vehículo. —¿Cómo ha estado todo, Muto?

Pasiones PrimariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora