Sebastián: Su cama está lista señora.
Mariana: Gracias pero me da pena que duerma en ese sofá tan incómodo.
Sebastián: No es incómodo, ya lo probé y no se preocupe por mi, usted es la que tiene que estar bien.
Mariana: Sebastián, gracias de nuevo por esto, es mejor que cualquier regalo que puedan haberme echo.
Sebastián: Usted merece eso y más señora.
Mariana: Hasta mañana.
Sebastián: Descanse (mirándola hasta que se perdió).
En medio de la noche, Sebastián escuchó los gritos de Mariana y fue corriendo a la habitación...
Mariana: Nooo!! Mi bebé no, mi niña no!!! (gritando).
Sebastián: Señora Mariana, despierte.
Mariana: Es tu culpa!!! No lo hagas, nooo!!!
Sebastián: Señora!!!
Mariana: Noooo!!! (respirando agitada).
Sebastián: Tranquila, todo está bien, solo fue un sueño (sentándose a su lado en la cama).
Mariana: Fue una...pesadilla.
Sebastián: ¿Que soñó? Decía "es tu culpa" ¿A quien se refería?
Mariana: Yo...no...no se, solo una pesadilla.
Sebastián: Quiere que me quede con usted?
Mariana: No, está bien, ya pasó, vaya a descansar.
Sebastián: Si me necesita me llama.
Mariana: Si gracias.
Sebastián se volvió a acostar en el sofá, ahora con el perfume de su patrona que quedaron en sus manos al acariciar su cabello para calmarla, era un olor tan hermoso, único, especial, dulce, ese olor era ella, y ahora menos que nunca podía dejar de pensarla...
A la mañana siguiente
Sebastián: Buenos días señora.
Mariana: Buenos días ¿Hay café?
Sebastián: Aquí tiene (dándole la taza) estaba listo para usted, aunque no debería tomar tanto café.
Mariana: No puedo vivir sin él y menos en las mañanas ¿Que es esa canasta?
Sebastián: Nos vamos a desayunar sentados en el pasto, algo así como un picnic, en el río.
Mariana: Que bonita idea, lastima que el día ya se termina hoy y volvemos al trabajo.
Sebastián: Ya póngase algo cómodo y la espero en el coche.
Mariana: Ok, no tardo.
Mariana se puso un vestido por debajo de la rodilla, de tela fina porque hacía calor y algo suelto para estar cómoda, Sebastián la vió salir de la casa y su corazón se aceleró, siempre la veía muy elegante pero nada mejor que verla así, natural, sencilla, era tan hermosa...
Mariana: Lista!! (subiendo al coche) ¿que pasa? ¿Demore mucho?
Sebastián: No, pa-para nada (sin dejar de verla).
Mariana: ¿Me queda mal?
Sebastián: Al contrario, se ve hermosa así.
Mariana: Gracias ¿vamos?
Sebastián: Si, vamos (sonrió).
Llegaron al río, Sebas había llevado una tela para poner en el pasto, se sentaron y disfrutaron del desayuno...
Mariana: Cocinas muy bien eh.
Sebastián: Gracias señora, vamos al agua.
Mariana: No, está loco, no trajimos ropa.
Sebastián: Vamos porfa, tiene que aprovechar el día, recuerde que después volvemos a la rutina.
Mariana: Bueno está bien, pero solo los pies.
Mientras Sebastián nadaba, Mariana remojaba sus pies, sin darse cuenta estaba mirando a ese hombre, se veía tan diferente sin el traje de guardaespaldas, sin camisa y dejando ver sus músculos, su mirada estaba perdida en él, pero por un momento se dió cuenta que lo veía y desvió la mirada...
Sebastián: ¿Todo bien señora?
Mariana: Si, todo bien (con la mirada baja).
Sebastián: Venga (dándole la mano).
Mariana: No, de verdad no.
Sebastián: Por favor señora, si se le moja el vestido cuando lleguemos a la cabaña se cambia, aquí no hay nadie, no pasa nada.
Mariana: Ay señor Roca, porque siempre me convence de todo?
Sebastián: Así me gusta (ayudándola) lo ve, el agua está muy buena.
Nadaron un rato, disfrutaron de la naturaleza, platicaron hasta que llegaba la hora de irse, no quería que se les hiciera la noche para llegar a la cuidad...
Mariana: Me dió un poco de frío.
Sebastián: Salgamos del agua, déme la mano.
Mariana: Gracias.
Ella resbaló un poco y Sebastián la tomó de la cintura sin poder evitar ambos mirarse a los ojos, sus rostros estaban apenas a milímetros uno del otro...
Sebastián: Es-tá bien se-ñora? (sin dejar de mirarla).
Mariana: Si, solo res-vale.
Sebastián: Tiene unos ojos tan hermosos que hipnotizan.
Mariana: Va-vamos que es tarde (bajando la mirada).
Mariana salió del agua y se fue al coche, mientras Sebastián guardaba las cosas, ambos se sentían un poco incómodos pero Sebastián estaba más que incómodo, en realidad enamorado, cuando la tomó de la cintura y luego tenerla frente a su rostro fue estar en el cielo para él, se preguntaba si uno podía enamorarse tan pronto de alguien así, su corazón latía a mil y le decía que ella era la indicada pero su mente decía que ella era su patrona nada mas y solo tenía que cuidarla pero quién lo cuidaría a Sebastián del amor....
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El Guardaespaldas y la Primera Dama
FanfictionMariana Montes es candidata a Presidente, una mujer viuda, con pocos amigos verdaderos, él Sebastián Roca, estuvo en las fuerzas armadas y ahora se dedica a la protección de los demás, su jefa le dará un ascenso y un trabajo muy importante, cuidar a...