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—Bueno.. yo acababa de regresar del supermercado y al dejar la bolsa en el mesón de la cocina esta se movió así que me asusté y tomé la sartén pensado que se trataba de una rata o algo peligroso.. –Alzó un poco los hombros avergonzada de recordar cómo había golpeado a la representación de FBI con esa misma sartén– Pero resultó ser Boli, no tenía idea de lo que era y bueno... ahora me siento muy tonta porque es bastante obvio..

Con disimulo miró al de piel celeste que la observaba tranquilamente escuchándola, no había que ser adivino para ver la clara similitud entre la "Ball" y él, se dio una palmada mental por haber convivido un mes con esa cosa sin reparar en el logo de las Naciones Unidas que tenía justo en medio de la cara.

—Bueno, no la puedo detener por algo así.. –El castaño resopló entre dientes sabiendo que tampoco podría ponerle cargos por darle un sartenazo pues esta había actuado como cualquier civil asustado cuando alguien invade su propiedad– Puede irse señorita Garten, uno de nuestros agentes la llevará en auto a su casa.

La americana se levantó rápidamente asintiendo con alivio bajo las demás miradas, cuando uno de los guardias trajeados se acercó para escoltarla a la salida del enorme edificio cayó en cuenta de que su pequeño amigo de alitas tendría que quedarse en ese lugar al cual pertenecía, por lo que se detuvo para girar a mirarlo.

—...Adiós, Boli.. –Dijo en un hilo de voz notando como la masita celeste intentaba saltar de la mesa para ir con ella, a lo que tuvo que caminar rápido para no hacerlo más difícil—.

El camino a casa en el auto de cristales oscuros fue silencioso y algo tenso, al bajarse no dijo nada y sólo se encaminó hasta su piso. Al entrar en en departamento dejó sus cosas a un lado para servirse un vaso con agua pero desistió de la idea cuando vio la mitad de tostada con mermelada que había dejado la Ball esa misma mañana, desanimada prefirió ir a su habitación para dormir pues apenas era martes y le quedaba todo el resto de la semana útil para trabajar.

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—No entiendo qué le pasa, no quiere comer y no se ha movido de su cojín desde que llegó –El de pulcras alas blancas sostenía el móvil con preocupación, era la primera vez que la Ball no comía emocionado cuando le acercaba una manzana picada—.

—¿Intentaste darle otra cosa?, tal vez algo lo asustó y necesita algún estímulo para calmarse –Aconsejó OMS del otro lado de la línea mientras leía los informes mensuales de los Countrys latinos que solían tener algunas decadencias en su salud—.

—Incluso le ofrecí pizza pero sigue mirando a la puerta –El rubio suspiró comenzando a estresarse pues no tardaría en experimentar la misma sensación y no necesitaba más distracciones en su trabajo– Creo que la extraña..

—¿Extrañar a quién? –La voz de UNICEF se oyó siendo callado poco después por la organización de salud—.

—A la humana que lo estaba cuidando, eh.. creo que se llamaba Ilse.. –Murmuró inseguro, al pronunciar su nombre le llegaron pequeños recuerdos de sus ojos y la melodía de piano—.

—Es una posibilidad, intenta dormir por hoy y mañana a medio día iré a revisarlo –El de laureles blancos finalizó mientras apartaba con una mano al curioso "Hermano Menor" que insistía en querer saber del tema– Mantente en calma.

La llamada se cortó dejando aún intranquilo al de piel celeste, que tomó a su contraparte en sus manos y con extrema duda lo acercó al piano que tenía en casa, era pura decoración así que jamás lo había tocado.. ni siquiera tenía idea de cómo se hacía, pero nada perdía intentando así que se sentó y se forzó a recordar dónde se posicionaban las manos de la joven en sus recuerdos algo borrosos. El torpe sonido inicial llamó la atención de ONU Ball que miró las teclas aún decaído hasta que la melodía mejoró hasta ser lo que recordaba, dándole más ánimo instantáneamente ronroneando.

—Esto es un gran problema.. –Soltó el de traje blanco, no sólo lo había extraviado por un mes.. sino que ahora este se había apegado a una civil desconocida hasta el punto de deprimirse si no la veía—.

• • •

Debía ser una pésima broma, pero la mirada seria de OMS extinguía esa posibilidad.

—Hablaré con FBI para ver cómo resolverlo.. –Se resignó a responder antes de salir de la oficina ajena con la aburrida bolita alada escondida en su blazer—.

Caminó a la oficina del mencionado pero no lo encontró, en su lugar habían algunas carpetas con nombres e historiales entre los que resaltaba el de la joven, por lo que lo tomó para leerlo. Resultaba ser una profesora de música con varias recomendaciones que venía de una familia clase Media-Alta, un matrimonio Germano-Americano que había tenido dos hijas.. por desgracia la mayor estaba marcada como fallecida a temprana edad, más abajo estaban sus logros en la Escuela y la Universidad junto a su dirección actual la cual memorizó antes de salir dejando todo como estaba para no molestar al de piel azul. Tomó el elevador hasta el nivel subterráneo de estacionamientos y le indicó a su chofer la dirección a la que debía ir, mientras intercambiaba mirada con su Ball preguntándose si su precipitada decisión sería correcta.

Su camino pasó tranquilo hasta llegar a la zona habitacional cercana a Manhattan, el lugar se veía bastante tranquilo por lo que bajó con calma hacia el edificio cuyo nombre y nivel estaban especificados en la carpeta de tono azul marino. Al parecer el encargado del recibidor no estaba por lo que entró al elevador de cristal sin mucho obstáculo para marcar el quinto botón notando cómo la Ball se inquietaba cual perro sintiendo la cercana presencia de la pianista hasta que las puertas se abrieron dejando ver un pasillo con seis puertas de tono marrón oscuro.

—5C.. Aquí.. –De pie frente a la que buscaba dudó un poco hasta que la insistencia del pequeño esférico lo obligó a tocar un par de veces hasta que los pasos tras la puerta lo hicieron sentir extrañamente nervioso– Buenas tardes, Señorita Garten...

Through our eyes [ONU x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora