Capítulo 12

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C. 12: Una niña buena, no tan buena
-Tini, baja a cenar.-llamó mi madre, irrumpiéndome de mis pensamientos.

Con el poco ánimo que tenía, me arrastré por las escaleras hacia el comedor. Había veces en las que no tenía ganas de compartir la cena con mi familia, tan sólo quería quedarme encerrada en mi habitación y pensar en nada, absolutamente nada.

-Hola, papá.-sonreí forzosamente mientras me acomodaba en mi asiento.

-Hola, Tinita.-respondió éste, con el buen humor de siempre-¿Cómo la ha pasado mi querida familia este día?

"Dios, ya quiero terminar de cenar. No creo que soporte una hora riendo fingidamente con mi familia." pensé una y otra vez.

-Todo bien, pa. Nada interesante ocurrió en la escuela.-Francisco se encogió de hombros, y entonces se volvió hacia mí y me fulminó con la mirada-¿Cierto, Martina?

Tomé un vaso de agua y pretendí beberlo a fondo para no tener que contestar esa pregunta, Francisco no dejaba de ser un indiscreto.

-Me parece bien.-asintió papá, mientras mamá servía la comida-De hecho, su madre y yo queríamos anunciarles algo, es importante.

Fran y yo nos incorporamos y prestamos atención hacia nuestro padre.

-Como sabrán, mi trabajo a impedido múltiples veces que pueda compartir una estadía estable en casa, pues un productor de televisión debe hacer muchos y duraderos viajes.-comenzó este-Por lo tanto, el próximo viernes su madre y yo viajaremos a Mendoza por algunos asuntos de negocios.

-Espera, ¿mamá también viajará? ¿Por qué?-pregunté yo.

-Porque ella también arreglará unos trámites allá...en fin, el punto es,-nos miró a ambos fijamente-se quedarán solos todo el fin de semana hasta que regresemos el lunes siguiente.

Francisco y yo nos volvimos hacia el otro, ¿solos todo un fin de semana? Vaya, si esto era nuevo.

-Así que, deben prometer que serán responsables con la casa. Sus vidas continuarán como lo suelen, siendo los chicos disciplinados que sabemos que son. Confiamos en ustedes, así que no nos hagan perder esa confianza.

Fran asintió, volviéndose a mí. Entonces yo asentí, volviéndome a él. Ambos sabíamos perfectamente lo que nos pasaba por la cabeza, y definitivamente no nos haría ganar puntos con la confianza de papá y mamá.

***
En cuanto llegué a la escuela, me dirigí inmediatamente con mis amigas. Estaba más que ansiosa por contarles lo que tenía en mente. Después de todo, Martina Stoessel se convertiría en una niña buena, no tan buena.

-¡Cande!-le llamé, acercándome a ella con alegría.

-Ey, hola Tinu. ¿Qué pasa? ¿Por qué tan feliz?-me preguntó la pelirroja castaña, con una sonrisa en el rostro.

-¡Adivina quién va a ir al reventón del próximo viernes!-resalté, haciendo un gesto con las manos que apuntaban hacia mí.

-Eh, déjame ver: Mechi, Alba, Lodo, yo, los chicos de tercero, chicos universitarios...

-Che...

-Te estoy jodiendo-expresó con una risita-¿Así que irás a la fiesta, eh? ¿Y a qué se debe la ocasión? ¿Han dejado salir finalmente de la torre a la princesita?

-Mis padres se van de viaje todo el fin de semana, así que esta princesa está lista para arrancarse la corona.

-Bien por vos, eh...-manifestó, sacando su celular del bolso-Y te enterás a tiempo, justo nos han enviado la dirección del lugar en el que se realizará esta misma mañana.

-Debe ser el destino.

-Bueno, apuntá-indicó la argentina con euforia, leyendo de su teléfono-San Isidro, barrio Lomas de San Isidro, casa número 1343.

En cuanto escuché el domicilio de la fiesta, mi corazón comenzó a acelerarse. Mis manos comenzaron a sudar. No podía ser. Él no era tan estúpido como para cometer semejante tontería.

-Esperáme, Cande, ya vengo.-solté, y salí corriendo en busca de mi hermano.

Me lo encontré, rodeado de un montón de chicos altos. Vaya, si aquel haría lo que sea por ser "popular".

-¡Francisco!-lo tomé de la muñeca y lo arrastré hasta un salón de clases vacío.

-¿Es joda? ¡¿Qué hacés?!

-¡¿Vos qué hacés?! ¡La fiesta es en nuestra casa!

-¿D-de qué hablás?

-¡No intentes engañarme! ¡Ya lo sé todo! ¡Vas a utilizar nuestra casa para realizar 'La Juerga del Año'!

-¿Y vos cómo sabés eso?-se cruzó de brazos.

-¡No cambies de tema! ¡¿Estás loco?!-le reproché.

-No, no estoy loco. Simplemente creí que sería una buena idea, Martina. Mamá y papá estarán fuera ese día, y soy de tercer año, ¡es completamente normal que lo haga!

-¡No, no lo es! ¡Habrá un montón de estudiantes, alcoholizados, posiblemente consumiendo drogas y teniendo sexo! ¿Es eso lo que quieres?

-No me interesa, ya no puedo negarme en este momento.

-Francisco, ¡tenés que cambiarlo! ¿Y qué pensabas hacer para que no me diera cuenta?

-Pensaba en enviarte al parque de diversio...

-¡¿Me jodés, cierto?!

-¡Bueno, lo siento!-exclamó-Ni siquiera sabía que vos supieras de que iba todo eso...

-No soy tan inmadura como vos pensás...

-Mira, Tini, tenés que prometerme que no le dirás a mamá y papá, por favor, te lo ruego.

Lo miré de arriba a abajo, rápidamente analizando cómo es que jugaría la siguiente carta.
Suspiré.

-Está bien, no les diré nada. Pero con una condición...-entorné los ojos-yo también asistiré a la fiesta.

Novela Dietini: Un romance prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora