Capitulo 8

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Cap 8: Un lío escandaloso.
Así qué sí. Debía hacerle un favor a Diego o sino él contaría sobre nuestro beso. Genial.

Lo único que debía hacer era distraer al director para que él se pudiera fugar de la escuela, no tenía nada de ánimos de hacer eso, pero no tenía otra alternativa.

Entré a la secretaría.

-¿Necesitas ayuda?-me preguntó la secretaria.

-Sí, me gustaría ver al director.-le dije.

-Por ahora está ocupado, ¿es muy urgente?-preguntó mientras escribía en su computadora.

-Eh...sí. Debo informarle algo, así que...

-Bueno, si quieres puedes dejarle un recado.

Iba a renunciar a todo el asunto, ¿por qué habría de hacerle favores a un chico como Diego?

Pero entonces no pude evitar imaginar lo que pasaría si los demás se enteraran acerca de Diego y yo.

Pude ver que la secretaria se distrajo, así que aproveché la oportunidad y me colé en la oficina del director.
Entré y el director estaba hablando por teléfono, al verme, se excusó y colgó el teléfono.

-Señorita Stoessel, ¿qué hace aquí?-me preguntó.

-Eh...pues...yo...-pensé lo más rápido que pude para dar una excusa.-Quería preguntarle acerca de como van mis...¿estudios?

-¿Sus estudios?

-Sí. Me interesa saber como voy en mis promedios...-reafirmé.

-Bueno, eso lo puede saber cuando se entreguen las boletas de calificaciones, al final del semestre.-informó-Ahora, si puede retirarse para que no pierda sus clases.

Sabía que debía obedecer al director, pero había hecho un trato con Diego, y un trato es un trato.

-¡No!-lo detuve.

-¿Qué pasa?-dijo algo sobresaltado.

-Yo, eh...también necesito saber...¿cómo va su...trabajo?-dije lo primero que se me vino a la mente.

-¿Disculpe?-dijo el director algo molesto-Señorita, necesito que se retire...

-P-pero es que...

-¡Señorita!-dijo esta vez muy enfadado.

Traté de pensar en otra excusa, pero mis malos reflejos hicieron que tropezara y rompiera el jarrón de cristal encima del escritorio.

Pude ver todo en cámara lenta: cómo el jarrón cayó al suelo y se rompió en miles de pedazos.

Ambos quedamos estupefactos.

-Yo, lo siento mucho...-dije aún sorprendida.

-¡Fuera! ¡FUERA DE MI OFICINA!-me ordenó enfurecido.

Iba a salir, pero en eso la secretaria entró.

-Señor, escuché un estruendo y...-se preocupó, hasta que notó mi presencia-Vos...¿acaso no te dije que te fueras?

-Sí, pero...

El director me retuvo en su oficina por las próximas 3 horas. Me interrogó y cuestionó el porqué estaba en su oficina, aunque la secretaria me había dicho que me fuera.

-Señorita Stoessel, ¿acaso usted intentaba saltarse clases?-sospechó el director.

"No, Diego lo hizo." pensé. ¿Por qué me arriesgaba a todo esto por un chico?

-Por supuesto que no, señor Acosta.-respondí algo nerviosa.

-¿Entonces qué hacía aquí en tiempo de clase?-preguntó firmemente.

Me quedé callada, no fuera que dijera algo y pusiera todo el asunto en riesgo.

El director parecía entenderlo todo a partir de mi silencio.

-Bueno, esto es lo que pasará, como no tiene nada mal en su expediente lo único que le daré serán 4 horas de castigo después de clases.

-¡¿C-cuatro?!-exclamé.

-Sí. Es eso, o $500,000 pesos del jarrón roto.

Sabía que yo no disponía de ese dinero, y mi papá no estaría nada contento sabiendo que rompí un jarrón de $500,000 pesos.

Acepté el castigo.
Salí de clases y me fui a la sala de detención. Pasar 4 horas en ese salón oscuro y silencioso parecía estar como en un calabozo. Era terrible.

Cuando el castigo finalmente terminó, salí desanimadamente de la escuela. A juzgar por el color del cielo, que era un tono entre celeste y rosa, me di cuenta de que ya era bastante tarde, y que mis papás estarían bastante molestos conmigo por no llegar a casa.

Miré a mi celular, las siete con veintinueve.

"Diego, ¿por qué me hacés esto?" pensé mientras escuchaba los 40 mensajes de voz que mis padres me habían dejado.

Novela Dietini: Un romance prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora