Apariencia dulce

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Un sonido que causaba escalofríos en Mikasa, cantos que parecían infantiles voces entonando una canción de un tiempo donde existieron las geishas y los samuráis.

Estaba la jovencita sin poder mover ni uno solo de sus músculos por el miedo que recorría su cuerpo. Ni siquiera se atrevía a mirar hacia atrás porque pensaba que si lo hacía perdería la vida... aquella canoa blanca ya no estaba en el centro del lago sino al costado derecho del pequeño puente de madera.

Entonces los ojos de Mikasa vieron con gran nitidez que dentro de la canoa estaba el cuerpo de un hombre. Llevaba puesto un traje oscuro, entre sus manos sostenía un ramo de hortensias de tonalidad rosa y azul pastel, sobre sus ojos cerrados se notaban un par de monedas y un esquicito cascabel rojizo estaba en su frente. De cabellera rubia y piel tan pálida al estar sin vida... abundaban a su alrededor las flores de pensamiento en todos colores así como las peonias rojizas que servían como almohada para su cabeza.

Recordó Mikasa que hace poco había visto a Nicolo porque estaba en el cementerio despidiéndose de su tío paterno. No creía en las habladurías de los pueblerinos pero en ese momento lo que presenciaban sus ojos solo se explicaba con una palabra: paranormal.

El sonido de los cascabeles y los cantos infantiles ya no se escucharon más. Hasta las fosas nasales de Mikasa llegó el agradable aroma a verbena y granadas, relajándose por completo y olvidando que no estaba ahí por gusto sino para buscar ayuda para Jean.

-Es relajante ver este lado del bosque ¿Verdad?-Mikasa salió de su estupor, observando por el rabillo del ojo a una persona que estaba a su lado derecho.

Era una mujer alta, de blanca cabellera, piel pálida y ojos de tono violeta. Llevaba una chamarra rosa pastel con una capucha que a su alrededor tenía pelo artificial de animal, dicha prenda estaba abierta y se apreciaban seis botones rojizos; una pashmina negra con flores del infierno estampadas en ella que resaltaba mucho sobre la blusa blanca que usaba. Complementando su atuendo unos pantalones negros ajustados y botines en tono camello.

-Yo te conozco-Recordó que era la misma chica que había visto hace unos días en el restaurante al que fue con Jean.

-Eres la chica que estaba en el baño ¿Cierto?-Mikasa asintió-No esperaba encontrar alguien en este lado del bosque. Los copos de nieve caen con tanta intensidad, creo que una tormenta se acerca pronto.

-¡Es cierto!-Mikasa sujetó las manos de aquella mujer... cálidas, tan cálidas que Mikasa no sintió frio alguno-¡Hay una persona que necesita ayuda!

-Haberlo dicho antes-Ignorando el extraño panorama, Mikasa sujetó a aquella desconocida mujer-¿Dónde está la persona que requiere ayuda?

-¡Es por este lado!-Una mirada hacia el lago dieron los ojos de la desconocida mujer.

Atrás quedó la canoa blanca lista para emprender el viaje hacía su destino final. El remo fue tomado por unas manos, las ondas que se formaban en el agua cristalina del lago rompían los pequeños cristales de hielo que trataban inútilmente de congelar aquel sitio.

Sonido de cascabeles se escuchó acompañado del canto melancólicamente escalofriante de un coro infantil. En medio del lago, la canoa desapareció sumergida en el agua que tomaba tono violeta e incluso por unos segundos se vieron las estrellas pese a ser de día.

Al mismo tiempo, Mikasa estaba segura de que iba en el camino correcto y se alegó al notar a la distancia a Colt que estaba al lado de Jean, permaneciendo ambos en el mismo sitio donde su persona amada se había desmayado.

-¡Es él!-Falco yacía sobre el cuerpo de Jean que cubierto por la chamara de Mikasa estaba. Se notaba una capa de nieve sobre aquellas personas, las pisadas dejadas en el camino pronto se borraban por los copos de nieve que caían con gran fuerza.

Arena y cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora