El distrito rojo era un lugar en donde el deseo y la lujuria entre hombres y mujeres se desataban cada noche, pero igual ocurrían cosas trágicas en estas mismas.
La sexta luna superior era... Bueno. Eran quienes estaban detrás de todo lo malo; es decir, las desapariciones sin rastro alguno y muertes sin explicación. En una de esas noches, el rey de los demonios visitó aquel sitio para ver si todo iba en orden con ellos, cosa que le alegro, pues era así.
Al salir de platicar con aquella demonio, se encontró con una mirada, una dulce e inocente. La chica tenía un hermoso kimono rosa con diseños florales, su piel era casi como de porcelana con pequeños tonos rojizos en las mejillas, un poco de labial en sus labios y largas pestañas que hacían resaltar sus hermosos ojos (c/o). Él la consideraba un ángel.
Ella, al ver que el hombre estaba observándola, sólo le dedicó una hermosa sonrisa para después irse de ahí. Muzan quiso ir tras ella, pero ya era tarde, se había ido.
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Pasaron días, y por más que quiso olvidarte no pudo. La imagen de tu sonrisa aparecía en todo momento y eso no le gustaba. Bueno, sí pero no. En uno de estos fue de nuevo a aquel lugar y empezó a buscarte como loco, en cada casa, cada callejón... Pero nunca te encontró. Estaba a punto de rendirse de no ser porque vió el mismo kimono que usaste la vez pasada.
Desesperado, pasó entre toda la gente que estaba hasta llegar frente a ti. Ahora sólo estaban ustedes dos.
- te quiero conmigo
Lo viste un poco confundida por su repentina oración, pero después fue reemplazada por una nueva sonrisa.
- lo siento, no lo conozco
- entonces vendré siempre y estaremos juntos
- espero que cumpla su promesa señor. Lo estaré esperando
Y dicho y hecho. Él siempre fue contigo para poder platicar sobre ustedes, obviamente el pelinegro inventaba cosas para evitar sospechas. ¿Quién quisiera estar con un hombre que mata humanos y es tan despiadado que incluso mata a los suyos?
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Pasaron los meses y empezaste a sentir algo por él, cada vez que se veían te ponías tan nerviosa que tenías que cubrir tu cara para que no te viera avergonzada. Eso es lo que más le gustaba al pelinegro. Aún así, sentías que no era bueno estar con él, no sabías el por qué, pero tu intuición decía que te alejaras.
Apesar de eso no hiciste caso y le dijiste lo que sentías, siendo correspondida de inmediato. Muzan te sacó de aquel lugar de inmediato para poder convertirte en lo en verdad eras.
Su reina.
Telas finas, sirvientes, dinero y mucho más, es lo que tenías ahora. Te sentías muy feliz de estar a su lado. Pasaron los años y el de orbes rojos nunca te dijo nada de lo que era él, dejándote caer en aquella hermosa mentira.
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Estuvieron juntos por toda tu vida. No tuvieron hijos porque tu pareja decía que no podía tener, así que lo aceptaste. Ya en tus últimos minutos de vida viste a tu esposo por última vez. Este tenía una sonrisa adornando su cara y tenían sus manos entrelazadas.
Había pensado en convertirte en demonio para estar por siempre a su lado, pero sabía que no aceptarías. Uno: porque no sabías lo que en verdad era y dos: porque cada que te veía, sabía que disfrutabas todos los momentos de tu vida.
- cariño- hablaste con pocas fuerzas- quiero que sepas, que si muero ahora, te estaré esperando en el otro lado
- que así sea- respondió y te dió un cálido beso en los labios
Al separarse vió que tenías los ojos cerrados con una sonrisa. La misma sonrisa que lo enamoró.
- te amo
Volvió a besarte y esta vez sintió tus labios fríos.
