Capítulo 1

97 4 8
                                    

- El museo está a dos manzanas de aquí, se puede ir caminando –
Didi marcó una cruz en el mapa y se lo entregó sonriendo a una pareja de jubilados alemanes. Como no parecían tener más preguntas, se despidió, y les miró mientras se dirigían lentamente hacia la puerta. Antes de salir a la calle, el hombre le dio la mano a la mujer. Llevaban gorras y una botella de agua. Era junio en Barcelona y hacía calor.
- Qué monos... -
Didi miró a Emily y le señaló a la pareja de ancianos con la cabeza.
- Cuando sea mayor, quiero ser como ellos. -
Emily se rió.
- ¿Sí? ¿Quieres llevar sandalias con calcetines y pantalones pirata? Estarás monísima. -.
- A mi todo me queda bien -
Emily suspiró divertida y se giró para atender a una familia que esperaba haciendo cola.
Miró el reloj. Todavía quedaban una hora para cerrar y aún había bastante gente en la oficina de Turismo.

Varios folletos, indicaciones y preguntas después, se hicieron las nueve. Cuando se fue el último turista, Didi buscó a Camille con la mirada.
– Venga, ¡Se acabó por hoy! –
Luego, se giró hacia sus otras compañeras señalando el reloj que marcaba la hora en la pared.
- Vamos, salgamos de aquí. -

Didi siguió a Camille mientras arrastraba a Maiqi fuera de la oficina.
-Nada de excusas. Ya sé que tienes que estudiar, pero no seas sosa, una cerveza y luego te vas -
Maiqi la siguió divertida.
- Está bien... pero solo una. – 

Cada noche ocurría más o menos lo mismo. Desde que las cuatro chicas compartían trabajo, se habían hecho muy amigas. Camille era la que siempre proponía planes al terminar el día. Era muy alegre y siempre tenía ganas de divertirse. De padres franceses, llevaba muchos años viviendo en Barcelona. Compartía piso con Emily, que también trabajaba en la oficina de turismo. Después estaban Didi y Maiqi, que eran las últimas que se habían incorporado. Todas habían cogido el trabajo porque el sueldo y el horario eran buenos y les permitían compaginarlo con sus estudios o con los trabajos para los que habían estudiado.

Se sentaron en la terraza de un bar. Estaban en el centro de la ciudad y las calles estaban llenas de gente. Mientras esperaban al camarero, se quedaron en silencio por un momento, viendo pasar a la gente.
Maiqi suspiró.
- Cómo me gusta la ciudad en verano... Es la mejor época del año. -
Camille la miró extrañada.
- ¿Sí? A mi no me gusta. En el centro de la ciudad hay demasiados turistas y en el resto de los barrios no hay nadie, la gente se ha ido de vacaciones. Mi calle está muerta, todos los comercios están cerrados.
Maiqi asintió con la cabeza.
- Eso es justo lo que me gusta -
Didi rió mientras le hacía señales al camarero para que viniera.
- A ti lo que te gusta es que tus padres se hayan ido de vacaciones a la playa y te dejen el piso para ti sola. Si se fueran en enero, te encantaría la ciudad en invierno.
- No es eso, lo que me gusta es el silencio. Dejo la ventana abierta y casi no hay ruido, ni en la calle ni de los vecinos de otros pisos. Todo está tranquilo.
El camarero interrumpió la conversación al acercarse a la mesa. Tomó nota y al cabo de un rato volvió con cuatro cervezas. Maiqi dió un sorbo a su cerveza y se giró hacia Didi.
- Bueno, Didi, cuéntanos... ¿cómo te fue con el chico de ayer? ¿Te gustó?-
Didi hizo una mueca de duda antes de contestar.
- No estuvo mal pero no fue nada del otro mundo. Era mono, aunque bajito y un poco aburrido. No sé, no tenía mucha conversación -
Camille exageró un gesto de sorpresa.
- ¿Conversación? No sabía que buscabas a alguien para conversar, esto es nuevo. -
Didi contestó sonriendo cansinamente.
- No es eso, pero si no vale nada físicamente, lo mínimo es que sea divertido, o culto o algo, no sé. Estuve poco rato con él, me fui al cabo de media hora. Fue una pérdida de tiempo. -
Maiqi intentó animarla.
- No te preocupes, ya verás como con el próximo tienes más suerte –
Didi le sonrió y pensó en lo amable que era Maiqi, siempre tan dulce y buena.

En la mesa de al lado, tres chicos estaban riendo mientras miraban algo en un móvil. Didi pensó que uno de ellos no estaba mal, era castaño y tenía un poco de barba. Siempre le gustaban los chicos con un poco de barba, le parecían entrañables. Max, su exnovio, llevó barba un tiempo y le quedaba muy bien, le daba un aire un poco intelectual de los 70 que le gustaba mucho.

Didi había roto con su novio hacía 3 meses y se había propuesto reemplazarle cuanto antes. Lo que fuera con tal de sacárselo de la cabeza... todavía no se hacía a la idea de no estar con él y notó que le estaba comenzando a echar de menos. Esa era una de las razones por las que se había apuntado a Tinder, para olvidarle. Había tenido muchas citas y algunos chicos no estaban mal pero siempre acababa pensando que Max era mejor. Era una comparación estúpida pero no podía evitarlo, porque con él siempre se divertía, era muy gracioso y la persona que mejor la conocía. Se hicieron amigos en el colegio y parecía que iban a estar siempre juntos. Hasta que un día, tres meses atrás, él le dijo que rompían porque se había enamorado de otra.

4 amigasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora