▪︎ Pesadillas ▪︎

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Alguien que aleje las pesadillas al dormir y las convierta en sueños.

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"¿Cuántas veces tengo que hacer esto para que entiendas?"

Dos, cinco, nueve golpes. Sasori dejaba de medir la fuerza con la que impactaba su puño contra el cuerpo de la pelirrosa después del sexto golpe, pero ella simplemente ignoraba el punzante dolor: aún recordaba cuando todo esto comenzó y no se refería a la primera vez que le pegó, sino las veces en las que comenzó a ser más constante.

Cena de Navidad en casa de los Akasuna. Llevaban un año casados. Por mucho tiempo a Sasori le había sido imposible el asistir a algún evento de cualquiera de sus familias; sin embargo, su madre insistía e insistía y para "callarla", como él dijo, aceptó a ir a pasar una noche con ellos. Antes de llegar, le había dicho que intentara no conversar mucho con su familia "por su bien". No refutó, supuso que sus razones tendría, tal vez su familia era hostigante o inoportuna y solo quería evitarle una mala noche, pero nunca imaginó que la cena terminaría siendo de lo más pesada para ella pues todos le preguntaban cosas y Sasori siempre intervenía sin dejarla emitir ni pío.

—¿Por qué no dejas que la chica responda? —le cuestionó su padre moelsto— No nos dejas conocerla.

—¿Para qué quieren que hable? —se giró a ella y la tomó por la mandíbula para apretujar su cara como si fuera un cachorro— ¿No se ve mejor calladita?

El comentario solo le causó gracia a él, el resto de sus primos, abuelos y padres permanecieron en un silencio incómodo hasta que Kankuro, su primo menor se atrevió a hablar.

—Sakura, ¿cómo conociste a Sasori? Créeme que has sido su novia más atractiva. —bromeó y su hermana le siguió con las risas.

La pelirrosa aclaró discretamente su garganta y solo emitió un casi inaudible: —Gracias.

Para cuando llegó la hora de ir a dormir, mientras ella ya estaba recostada de su lado correspondiente de la cama sintió cómo las sábanas le eran arrebatadas de golpe. Sin poder ver qué estaba pasando sintió como se colocaban encima de su cuerpo manteniéndola boca abajo y levantando su camiseta.

—¿Qué está pasando? —preguntó confundida.

—Tendré que castigarte, bebé. —arrastró las palabras el pelirrojo mientras reía y lloraba, una extraña combinación de ambas que resultaba horrorosa.

—¿Qué? —por un segundo creyó que todo eso tenía una inclinación sexual— ¿Qué hice mal? —preguntó divertida.

Pero la diversión terminó en el momento en el que el Akasuna golpeó su espalda con la hebilla de su cinturón. Cinco veces.

—¡NO, SASORI! —gritó con desesperación intentando quitarlo de encima, pero él siempre había sido más fuerte— ¡DÉJAME!

Sin decir ni una sola palabra, solo los ruidos confusos que emitía. Los gritos taladraban sus oídos así que metió una calceta a la boca de Haruno y volvió a repetir la acción anterior. Cinco veces más. El metal se había incrustado a la piel de la chica y el último golpe le desgarró provocando que saliera un poco de sangre.

—Necesitas aprender a obedecerme desde ahora antes de que sea demasiado tarde. —fue lo que le dijo una vez que bajó de su espalda.

"¿ME ESTÁS ESCUCHANDO?", escuchó a lo lejos. Las voces parecían susurros y su visión estaba nublada, borrosa.

Había vuelto al presente, uno donde la pesadilla no quedaba en un horrible recuerdo. Estaba sufriendo lo mismo que aquella vez, pero ahora por haber hablado con Sasuke.

Quédate 》SasusakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora