▪︎ Final: Sin límites ▪︎

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Alguien que no te limite.

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Todo estaba oscuro. A lo lejos podía escuchar los pitidos de aparatos electrónicos, voces murmurando y el roce de cuerpos moviéndose. Una mano sujetaba con fuerza la suya.

—Necesitamos despertarla para verificar que todo esté bien. —explicó una voz femenina a la que de inmediato asocio con una doctora o enfermera—- Señora Haruno, ¿me puede oír? —habló con suavidad.

Insistió un par de veces más hasta que la pelirrosa entreabrió sus ojos y se encontró con la fija mirada de una señora que no pasaba de los cincuenta años. Sonrió con ternura.

—Sigue la luz, por favor. —con una pequeña linterna le iluminó el rostro y la movió de izquierda a derecha. Ella siguió el foco— Perfecto, ahora aprieta mis dedos. —colocó sus dedos índice frente a ella, Sakura los tomó y los apretó lo más que pudo— Excelente. Abre la boca, por favor. —metió un abatelenguas hasta el fondo de su garganta y asintió— Enfermera, la paciente tiene deshidratación, así que debe controlar sus líquidos de cerca, ¿de acuerdo?

La pelirrosa miró sus manos y notó que sus muñecas estaban envueltas en vendas. Pequeños flashazos vinieron a su mente y una pisca de .

—Doctora... —habló con dificultad, su garganta estaba más que seca— ¿Qué pasó?

La mujer se acercó y sonrió de lado, no cabía ni la menor duda de que le tenía lástima: —Tranquila, en cuanto se recupere le enviaremos a Psiquiatría para que le atiendan. Por lo mientras, dejaré que su esposo le refresque un poco la memoria, ¿ok?

El ritmo cardiaco de la chica aumentó al escuchar la palabra "esposo". No quería verle, no quería ni siquiera que se le acercara. No quería que la tocara. ¿Acaso no fue esa la razón que la orilló a todo esto?

—No, por favor... tiene que ayudarme. —suplicó tomando de la bata a la mujer desesperadamente— No puedo...

—Cariño, hey. Estoy aquí. Respira. —le interrumpió una voz aterciopelada que logró calmar sus nervios.

La doctora y la enfermera se retiraron, dejando a la pareja a solas. Sakura comenzó a llorar; sentí vergüenza, alivio, miedo y confusión.

—Sasuke... —sollozó— Sasuke, ¿qué pasó? Sasori, él estaba fuera del baño y...

Las lágrimas no le permitieron continuar. El azabache se dedicó a secar cada una de ellas con la yema de su dedo, intentaba no romperse, en situaciones como esta uno de los dos debía ser la parte fuerte. Él debía ser fuerte.

—Tranquila. Respira. —pidió mientras acariciaba su mejilla— Aún estás débil y te administraron muchos medicamentos de apoyo. —explicó— Debes descansar, ¿si?

Haruno apretó sus ojos. No había caído en cuenta de cuánto dolor sentía en todo su cuerpo, especialmente sus manos y su cabeza. Intentaba recordar algo, pero solo lograba escuchar a lo lejos golpes en la puerta del baño, ella lo veía todo desde el piso, también escuchaba gritos que provenían de su celular. ¿Con quién estaba hablando? ¿Por qué estaba recostada? ¿Por qué golpeaban tanto? Mucho ruido.

—¿Qué pasó con... —intentó decir su nombre, pero tenía miedo de que si lo hacía, lo estaría invocando— con él? ¿Qué pasó con él?

—Cuando llegué a tu casa él estaba contigo en el suelo. —apretó su mandíbula intentando tragarse el coraje de aquella escena— Estaba llorando y pidiéndote que regresaras.

—¿Estuviste en la casa?

Asintió: —Cuando te llamé era porque estaba de visita con Neji, cerca, y creí que no estaría de más pasar a ver que todo estuviera bien contigo. —suspiró— Por eso cuando te escuché llorar y también los golpes corrí lo más que pude hasta llegar a tu casa.

Quédate 》SasusakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora