🌙 Dolor🌙

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El tiempo pasaba y las lunas no sabían con exactitud dónde encontrarlo, su aroma había desaparecido así que era difícil encontrar a la quinta inferior. Douma había entrado en pánico varias veces, cuando Akaza regresó victorioso de su misión fue informado al respecto, y claro. Dio el mayor grito de su vida al saber que estaban en peligro de ser asesinados si no encontraban a ese mocoso.

Kokushibo, por otro lado. Estaba resignado a morir en caso de no hay artículos al menor, o enterarse de su muerte.

Iniciaron nuevamente otra búsqueda por todo el bosque y pueblos cercanos, intentaron preguntarle a otros demonios de la zona si habían visto a un pequeño albino y todos contestaron igual "No me interesa" "No" "Váyanse al diablo" obviamente esto solo significaba una cosa, donde sea que estuviera Rui, algún cazador o pilar ya debió haberlo hecho añicos. O en casos menos pesimistas, estaba perdido.

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Los rayos del sol impactaron contra su rostro, comenzando a quemar este y a provocarle el dolor más intenso posible, una mano jaló de su cabello para devolverlo nuevamente a la sombra, el ardor desapareció y su piel comenzó a regenerarse, solo que de forma lenta y tardada, los venenos que le proporcionaba la pilar insecto estaban reduciendo el tiempo con el que se regeneraba.

Ciertamente habían pasado horas desde que esa tortura había sido ejecutada por el Pilar de la serpiente, gritándole que respondiera a sus preguntas, y mientras más se negaba más tiempo pasaba bajo el sol. Los cortes en su piel sanaban igualmente con lentitud, siendo el desangramiento lo que más afectaba al perder sangre de su amo y suya.

Se sentía débil, humillado e indefenso, solo una pequeña araña siendo constantemente amenazada con ser pisoteada hasta la muerte.

Tenía la esperanza de que al anochecer Kokushibo apareciera en su rescate, o quizás Douma. Que alguien viniera a sacarlo de ese dolor constante. Las palabras cortantes y llenas de odio del heterocromico no ayudaban mucho a hacerlo sentir medianamente mejor. Quería atacarlo con sus hilos y reducirlo a pedazos de carne finamente cortados, pero ni siquiera eso podía hacer.

Aveces, observaba al chico de los pendientes caminar y observarlo, y aunque no pudiera leer mentes sabia que este estaba burlándose, lo presentía. Pero esa mirada llena de misericordia y empatia le hacía sentirse confundido. Como si ni el más mínimo pensamiento de odio pasara por su mente, como si fuera el ser más puro a pesar de asesinar demonios.

Alzó su vista cuando un nombre fue gritado.

─── ¡Iguro-san! ¡Hice Mochi para comer! ─── Mencionó una chica de cabellera multicolor, había oído que su nombre era Mitsuri.

Este le dio un vistazo de odio antes de darse la vuelta y abandonarlo para irse con la pelirosa, le daba igual dejarlo. Sabía que no podría salir de ese pequeño espacio con sombra o moriría por el sol.

Agachó la cabeza y abrazo sus piernas, iba a morir si al final del día no decía nada relevante de su amo, lo matarían al no ser útil.

Alzó su mirada al sentirse observado encontrándose con la mirada perdida de un peliazul enfrente suyo, estaba viéndole fijamente sin ninguna expresión en su rostro. Dio unos pasos en su dirección acercándose lentamente, claro. Debieron haberlo mandado a matarlo, bueno. Morir era mejor que tener que aguantar otras quemaduras más en el rostro, cerró los ojos en espera de sentir algo cortante más en este nunca llegó.

Giyuu estaba arrodillado enfrente suyo, extendiendole un onigiri. No supo que hacer en ese momento, observó la bolita de arroz y luego al pilar.

Este se sentó a un lado suyo con más de estos mismos en un pequeño pedazo de tela, lo aceptó en silencio y simplemente se limitó a observarlo.

─── Que clase de veneno tiene esta vez.. ¿Algo para que se me derritan los órganos? ¿Se me caerá la lengua? Dile a la bruja mariposa que no quiero nada suyo.

─── Son caseros, los hice yo.

Un silencio se hizo presente, le observó de reojo viendo como se llegaba uno a la boca para darle un mordisco, desde que se volvió demonio no ha vuelto a comer nada de eso. Acercó el onigiri a su nariz para olfatearlo un poco, dándole una mordida pequeña a modo de prueba.

Cuando tragó unas náuseas fuertes aparecieron acabando por vomitar el poco arroz que había consumido, seguido de algo de tos y malestar estomacal. Volteo a ver al Pilar el cual había dejado de comer para observar que estuviera bien, como si le importara una mierda su empatia hipócrita.

Lanzó lejos la bolita de arroz y se levantó para hacerse lejos de Giyuu, genial. También quería matarlo.

─── Odio esto, los odios a todos. Y te odio a ti. ─── Volvió nuevamente a abrazarse a sí mismo, solo quería que vinieran rápido por el.

Tomioka no estaba sorprendido de sus palabras, todos le recordaban constantemente lo mucho que su presencia su era muy bien recibida, y escuchar eso de un demonio no era nuevo.

─── Ya lo sé. ─── murmuró suavemente, pero fue audible para el demonio. El cual volteó a verlo en busca de alguna razón para estar de acuerdo con su pensamiento.

─── En el monte, intentaste matarme con una postura de tu respiración salvando a ese chico de los pendientes, en vez de preocuparme me sentía tranquilo.. ¿Porque?

Giyuu pareció pensarlo por un momento, pero luego de ello respondió pacíficamente.

─── Fue la undécima postura de La Respiración del agua, la inventé yo mismo..

Solo asintió y observó hacia otra parte, unos en su dirección se hicieron presentes. Cuando intentó voltearse a ver para saber quien era una mano tomando con fuerza su cabellera y jalando de esta le recibió.

─── Entonces ¿¡Hablarás, maldita escoria!? ─── Exclamó con odio en su habla, al parecer. Iguro había terminado de comer. Lo cual fue realmente rápido.

Nuevamente le acercó directamente al sol, dando un grito de dolor al sentir de nueva cuenta su piel ser quemada al más mínimo toque de dichos rayos solares. Comenzó a moverse con desesperación en busca de soltarse y regresar a la sombra, incluso algunas lágrimas escaparon de sus ojos por el dolor provocado, y cada vez que intentaba retroceder solo era mas empujado hacia el brillante y mortal sol, ya no sería algunas zonas de su rostro por lo que podría deducir que habían sido quemadas y tardarían en regenerarse.

Tomioka se puso de pie inmediatamente a tomar con fuerza de la mano del azabache, seguido de tomar al demonio por su brazo y jalarlo en su dirección hasta que fue soltado y estuvo seguro en la sombra.

─── Y tu que, desaparece de mi vista. Piérdete. ─── Acercó su mano nuevamente a intentar sujetar del demonio araña pero fue interrumpido por un manotazo, apartó su mano y observó con profundo odio al peliazul.

─── Lo que sea que intentes, no creo que funcione en el demonio..

A Obanai no podría importarle menos la opinión de alguien como Tomioka, de hecho. Entre escuchar a un niño pueblerino o a Tomioka, prefería al niño.

─── Tu que sabes, ni siquiera eres capaz de matar una Luna, no te metas en mi trabajo.

Giyuu observó de reojo al albino, el cual solo se cubría la cara en espera a que empezara a regenerarse más rápido, ese maldito dolor era insoportable.

─── Yo haré que hable.

Iguro pareció dudarlo unos segundos, pero después solo alzó los hombros y se dio la vuelta.

─── Haz lo que quieras.

Y sin más abandonó el sitio quien sabe a donde. Se agachó a observar si Rui se encontraba bien, pero parecía que lo tenía todo controlado.

─── Si hablas harías esto más sencillo para ambos, el más mínimo dato de Kibutsuji seria suficiente.

La quinta inferior se mantuvo en silencio, el más pequeño dato de su amo seria su perdición. Decir siquiera cuantas veces psrpadeaba al día seria suficiente para morir por culpa de la maldición.

Giyuu pareció entender que no era el momento y que no quería hablar.

Respetó eso.

─── Cuando estés listo.

Las Lunas Superiores Apestan || KNY ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora