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Manjiro Sano era precioso.

Tenía una linda cara con una piel tan suave y sobre su linda cabecita había una mata de dorados cabellos que seguramente tenían algún aroma a frutas o flores. Era delgado y un poco más bajo que los omegas promedio pero eran tan fuerte como cualquier alfa, su voz era simplemente maravillosa y sus hermosos ojos negros eran lindísimos.

Sin embargo, ningún alfa lo había cortejado jamás. Todos perdían el encanto por él cuándo se daban cuenta que su apariencia los engañaba porque no era el típico omega sumiso que diría que sí a toda la basura que escuche solo para asegurar un matrimonio estable. Además les era imposible acercarse al omega cuando se la vivía rodeado de alfas, también hay omegas en su círculo social pero los alfas si que dan miedo.

Es por eso qué él no se da cuenta de lo que está sucediendo cuándo llega fastidiado a clases y simplemente se limita a tomar la caja de chocolates que está sobre su pupitre y la abre con gesto de irritación por tener que madrugar. Bajo la atónita mirada de sus amigos se come un par de dulces y guarda el resto para más tarde. Sus amigos lo miran cómo si fuera una especie de bicho raro y chasquea la lengua molesto por toda la atención visual que está recibiendo.

—¿Qué?– pregunta con el ceño fruncido y su gesto solo empeora cuándo se da cuenta que todos miran su caja de chocolates. —¡Aah no, eso sí que no! Ni crean que les voy a dar de mis chocolates, compren los suyos.

El rostro de Mitsuya se arruga en desagrado y niega buscando las palabras correctas para decirle a Mikey que es

—¡Un idiota despistado!– gruñe Baji dandole un golpe en la frente.

De acuerdo, eso también servía.

—¿Realmente no lo notaste?– interviene el omega rápidamente para evitar que comiencen a matarse ahí mismo.

—¿Notar qué?– pregunta viendo con seriedad y un toque de inocencia a su amigo.

Baji toma el post-it que estaba pegado a la caja y se lo pega en la frente dándole tres golpecitos con el dedo medio justo en el centro sobre el pequeño papel rosa.

Arruga los labios simulando golpear a su amigo y cuándo finalmente el otro corre a ocultarse detrás de Mitsuya es que se quita la nota del rostro para poder leerla y es algo cursi en su opinión. Aplasta el papel entre sus manos haciéndolo bolita y se estira para lanzarlo a la basura.

—¿Qué decía?– pregunta Draken mirándolo con una ceja alzada.

—Algo sobre que estos chocolates no son tan dulces como yo, pff que comparación tan estúpida.– murmura Manjiro abriendo nuevamente la caja para comer su contenido.

—¿Y por eso la tiras?– le regaña Mitsuya cruzándose de brazos. —Pudiste guardarla o algo.

—¿Y yo para que quería eso?

—Eres imposible, por eso nadie te corteja.– se burla Baji aprovechando la distracción del más bajito para robarle un chocolate.

—Nadie me corteja porque no son lo suficientemente buenos para mí, no quiero cortejos ni alfas mediocres. Lo que yo merezco es un alfa de mi calibre, alguien tan genial cómo yo que aprenda a vivir con mi brillo.– aclara él estirándose en su silla con una sonrisa de superioridad.

—Bueno, tienes un punto.– le secunda Draken. —Los alfas que te intentan cortejar siempre terminan huyendo porque no soportan ver que eres más fuerte que ellos.

—¡De eso hablo Kenchin!– asiente él. —No quiero volverme un estúpido omega llorón que depende de un alfa. Es como que está muy bien si a otros omegas les gusta eso, si les gusta que un alfa cuide y vele por ellos eso está excelente ¡Pero a mí no me gusta! Mis hermanos no me criaron para satisfacer a un alfa y sus necesidades, me criaron para ocuparme de mi mismo.

El timbre suena anunciando el inició de clases y todos se apresuran a llegar a sus lugares. Baji tiene la mala suerte de sentarse más alejado de sus amigos por el orden alfabético de la lista así que siempre se aburre bastante en clases, ni siquiera puede pasarse notitas con ellos porque todos los compañeros a su alrededor son unos idiotas acusones.

Los otros tres se ahogan en risas cada vez que los maestros golpean suavemente su escritorio para llamar su atención porque se esta quedando dormido. Baji no es el mejor estudiante, eso es un hecho, siempre lo están regañando por no estar atento e incluso una vez siguió un estúpido tutorial de internet sobre ponerle ojos de papel a sus lentes para poder dormir en clases. Ese día termino en detención.

Cuándo el primer periodo de clases llega a su fin Mikey no pierde ni un segundo para treparse a la espalda de Draken y ser llevado a la cafetería dónde al parecer Kazutora ya está esperando por ellos.

—¿Por qué no entraste a clases?– pregunta Baji sentandose junto a su amigo y quitándose los lentes.

—Llegue tarde y no desayuné así que vine aquí.– responde como si nada resolviendo unos ejercicios de química que no había hecho en casa.

—Te lo perdiste, Mikey tiene un admirador.

—No tengo un admirador, verás que no vuelve a dejar nada cuando sepa que tire su nota.

—Bueno, si regresa entonces debes gustarle mucho.– murmura Kazutora dejando de lado su tarea. —Ya sabes, no cualquiera se fija en un omega tan feo como tú.

—¡Jodete, alfa idiota!– chilla Mikey.

—Kazutora no molestes a Mikey.– regaña Mitsuya.

—De acuerdo mami.– se burla el otro regresando a su tarea.

Draken se limita a negar y alejarse para poder comprar su almuerzo y el de Mikey. No entendía mucho al omega, a veces se ponía quejumbroso y llorón porque quería a vivir su romance adolescente pero cada vez que alguien se acercaba a él terminaba alejando a esa persona.

Sin duda Mikey era un caso complicado.

cortejo secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora