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—¿Kenchin, me dejaron plantado?

—No Mikey, no te deje plantado.

Manjiro siente como su respiración se corta luego de escuchar esa frase y voltea para ver a su amigo, su llanto se ha detenido pero aún así sus ojos están húmedos y brillantes por el llanto. Sorbe por nariz limpiandose la cara y lo medita un poco, bueno, no lo vió venir realmente pero ahora le hace sentido que el chico haya llegado poco después de él.

—Me siento tonto.– murmura mirando hacía abajo, mueve sus piernas y suspira profundamente recargandose contra el hombro ajeno. —Yo pensé que venías a otra cosa.

—Eres muy distraído, es casi imposible de creer que exista alguien tan estúpido como tú.– admite el alfa ganándose un golpe en el abdomen.

—No es muy romántico llamar estúpido al omega que te gusta.– gruñe Mikey alejándose de Draken en una rabieta.

El alfa se suelta a reír acercándose nuevamente a él para abrazarlo.

—Es verdad.– dice riéndose mientras posa su barbilla sobre la cabeza del omega. —Mikey, me gustas.

—¡Aah, Kenchin!– chilla el otro sintiéndose aborchonado, le estaba costando un poco eso de unir a su mejor amigo y el alfa que le gustaba en una sola persona.

Las mejillas de Mikey se sienten calientes cuándo siente que el alfa se aproxima a su rostro para besarlo y pone una mano justo sobre la boca del más alto echándose para atrás y riéndose.

—¡No soy un chico fácil, Kenchin!– dice arrugando el rostro en falsa molestia.

—¡Te he besado la frente miles de veces!– dice Draken tomando la mano y acariciandola suavemente. —¿Creíste que te iba a besar en los labios? No eres mi tipo, la verdad.

Ambos se echan a reír y Mikey baja de dónde estaba con un brinco, Draken toma la bolsa con las cosas de Emma y ambos comienzan a caminar fingiendo no ver a sus amigos ocultos detrás de un arbusto. El pequeño Chifuyu luce curioso escuchando atentamente todo lo que Baji le está explicando. Justo a un lado de la pareja se encuentran Kazutora y Takashi susurrando quién sabe qué, Mikey cree que a esos dos también les urge una pareja.

—¿Desde cuándo te he gustado, Kenchin?– pregunta Mikey cuándo llegan al estacionamiento y ve como el mayor levanta el asiento de su moto para guardar sus mochilas y el bolso de Emma.

Ken se piensa la respuesta un poco debatiendo entre decir la verdad o tirarle una mentira. Finalmente suspira subiéndose al vehículo.

—Desde la secundaria.– admite pasándole el casco a Mikey, solo ha llevado uno y la verdad prefiere que él lo lleve.

—Eso es mucho tiempo.– murmura el omega tomando el objeto para ponérselo.

Chasquea la lengua cuándo escucha las risas de Draken porque el casco le queda grande pero finalmente sube detrás de él y como siempre se abraza de su cintura para no caerse de la motocicleta cuándo este en movimiento.

Llevar el casco le dificulta un poco eso de ver el camino pero reconoce que no están yendo a su casa como es de costumbre, frunce el ceño confundido porque el recorrido está siendo muy corto a comparación de otros días y se saca el coso de la cabeza apenas el mayor se estaciona. Mira sonriendo el lugar al que han llegado, su cafetería favorita.

—Al menos usas esa tonta cabeza tuya.– dice bajando de la moto. —¿Esto es tu cortejo como Kenchin o como el alfa secreto?

El más alto le resta importancia con un movimiento de hombros y le imita bajando del vehículo. Se guarda las llaves en el pantalón y pronto ambos entran, Mikey busca una mesa alejada y Draken se dirige a la barra para ordenar algo.

Ninguno de ellos saben como deberían actuar, Mikey había planeado tratar de ser lindo pero le resultaba un poco difícil tratar de ese modo a su mejor amigo tan de repente. Por su lado, Draken estaba mentalizado para un rechazo y ahora se encontraba pidiendo una malteada de galleta oreo con chispitas de colores y mucha crema batida para Mikey, aunque técnicamente no había sido aceptado pero tampoco rechazado.

Mikey decidió que actuaría como siempre lo ha hecho, sería el mismo porque así le gustaba a Draken. No importaba si era grosero, mal hablado, quisquilloso con los postres y comida en general, berrinchudo o gritón, quejumbroso y sarcástico, no importaba si siempre estaba diciendo que los alfas eran estúpidos. No importa absolutamente nada porque aún teniendo todo eso que la sociedad describía como defectos de un omega Draken se había enamorado de él.

Y si Draken lo quería tal y como era él ¿por qué debería cambiar?

Mueve las piernas contento cuándo lo ve llegar con las bebidas.

—Por eso no puedes dormir.– regaña cuándo lo mira sentarse y reconoce el aroma del café.

—Con toda la azúcar que consumes me sorprende que tú puedas.– responde el otro.

Las cosas no se sentían diferentes pero tampoco se sentían incómodos en compañía del otro. Draken sabía que ellos no estaban saliendo porque Mikey necesitaba tiempo pero sinceramente todo resulto mejor de lo que esperaba y le agradaba la idea de salir en citas con el omega.

Se ríe suavemente cuándo lo ve mancharse la boca con la crema batida así que le pasa una servilleta y pronto lo tiene parloteando de algo que vio en televisión la noche anterior con sus hermanos y su abuelo.

Ambos se ríen cuándo Mikey le cuenta sobre su estúpido y falso crush con el maestro de química, y Draken le jura que no sentía mal cada vez que tiraba sus notitas a la basura.

—De hecho fue bastante fácil fingir que no sabía nada sobre eso.– cuenta después de haber pedido un trozo de pastel para el omega. —Solo debía decir "ni idea" y todos me creían, no somos un grupo muy observador o inteligente.

—¿De verdad Mitsuya no sabía nada? A veces me daba la impresión de que el se callaba algo.

—¿Tú crees que a Mitsuya se le puede contar algo? Si le hubiera dicho ya todo el club de economía doméstica lo sabría, y por ende tú porque ese es el club de Emma.– le recuerda Draken negando con la cabeza.

—Tienes razón, es un chismoso.– acusa haciendo un gesto de molestia mientras come su pastel. —Deberíamos conseguirle una pareja.

—¿Ahora eres cupido?

Ambos se ríen. Y Mikey piensa que realmente no hay nada que juntar, Draken es ese alfa que le comenzó a gustar y no hace sentido negar sus sentimientos porque él estaba cada vez que parloteaba sobre como su corazón latía emocionado ante una nueva cartita o chocolates. 

Sonríe viéndolo darle un trago a su café.

cortejo secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora