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Los pensamientos de Mikey no se detenían ni siquiera durante el fin de semana, se la pasaba tirado en el sofá de su casa viendo la televisión con Emma pero en algún punto de esas raras telenovelas su mente se perdía vagando en los recuerdos para poder descifrar quien estaba detrás de todo el cortejo. Sabía tanto sobre él pero aún así no era capaz de descubrir quién era el alfa.

Comenzó a caer por él cuándo decidió dejar de lado las razones del porque Mikey le gustaba y ahora, aunque le costará mucho admitirlo, estaba un poquitito enamorado de él. Le costaba demasiado trabajo decirlo porque no podía enamorarse de alguien que no conocía pero él sentía que sí. Él lo conocía simplemente no había visto su rostro aún.

Mikey no lo conocía en persona pero si que conocía todos esos raros rituales que él solía tener porque se los había contado. Sabía que no podía dormir si no abrazaba algo durante las noches aunque también tenía insomnio pero que aún así no era capaz de dejar el café porque era la única bebida que le gustaba, él realmente no era muy fan de las cosas dulces. También sabía que le gustaba el orden y la limpieza así que siempre se duchaba todas las mañanas antes de ir al colegio y en las noches antes de dormir pero el agua de la regadera debía tener la temperatura perfecta porque no le gustaba ducharse con el agua muy fría o muy caliente, y solía ocultar el aroma de sus feromonas para reemplazarlo por algún perfume que fuera más de su agrado.

No tenía madre o hermanos así que él debía encargarse de las labores del hogar porque su padre trabajaba, de ese modo aprendió a hacerse más responsable y conocer diferentes métodos para manejar el dinero sin perderlo y hacerlo durar, y si tenía monedas le gustaba hacer pequeños montoncitos con ellas dependiendo su valor para luego juntarlas con cinta adhesiva pero si las monedas eran brillantes entonces prefería guardarlas.

No le gustaba pisar las líneas porque cuándo era pequeño creía que daban mala suerte y tampoco pasaba debajo de las escaleras aunque eso era más bien por precaución, si encontraba dinero tirado evitaba gastarlo porque era su fortuna. Aunque tenían la misma edad él se afeitaba porque comenzaba a salirle vello facial y sinceramente a Mikey le daba un montón de envidia.

Parpadea confundido cuándo siente algo pequeño chocar contra su cara, frunce el ceño volteando para ver quién le ha atacado y solo obtiene a Emma evidentemente irritada mirándolo fijamente.

—Te estoy hablando.– le dice la chica molesta por haber sido ignorada. —¿Vas a comer algo o no?

—Aah, eso.– murmura el levantándose del sofá dónde estaba recostado y se acomoda. —No tengo mucha hambre.

—¿Seguro?– pregunta regresando su mirada a la televisión pero en cuanto su hermano vuelve a perderse en sus pensamientos decide apagar el aparato. —¿Qué sucede?

Deja escapar un suspiro muy dramático.

—Hay un alfa.– dice como si nada, como si no estuviera muriéndose por dentro cada vez que pensaba en él. —Y me está cortejando.

Emma mira a su hermano totalmente sorprendida porque jamás creyó escucharlo decir esas palabras y no porque Mikey fuera feo o poco atractivo, al contrario, él era uno de los omegas más lindos que ella conocía. El problema no era su hermano, el problema eran los alfas que no soportaban ver a un omega independiente y fuerte como Mikey.

—¿Y no me contaste? ¡Anda, dime todo!– exclama emocionada bajando del sofá para correr a la cocina y buscar los bocadillos que guardan, los necesitaba para una sesión de chisme entre hermanos. Regresa llevando un tazón repleto de chocolates y frituras, y se sube al mismo mueble que el mayor. —¿Es guapo? ¿Es muy alto? ¿Cómo lo conociste? ¿Te trata bien? ¿Es-

—¡Ese es el problema!– lloriquea Mikey haciendo un puchero. —¡No lo conozco!

—¿Cómo qué no lo conoces?

—¡Pues no lo conozco! Mira, todo comenzó cuando un día llegue a clases y había una caja de chocolates en mi lugar con una nota que ya ni me acuerdo que decía, desde entonces hay dulces y papelitos en mi casillero o en mi pupitre.– cuenta él dejándose caer de una extraña forma en la blanda superficie. —Un día comenzó a hablarme más de él y ahora creo que quizás me gusta.

—¿Quién te gusta?– pregunta Shinichiro parado detrás del sofá con Izana asomándose.

—¡El maestro de química!– grita Mikey nervioso mirando a sus hermanos y escuchando las risas de Emma. —¡Es taaaan guapo y me trata taaaan bien!

—Qué asco, búscate un alfa de tu edad.– murmura Izana haciéndole un gesto de desagrado y pasa directo a su habitación.

—¿Me estás ocultando algo Manjiro?– pregunta el mayor de todos mirando seriamente a su hermano. —¿Emma que sabes al respecto?

—¡No sé nada, mi palabra cuesta más que mi silencio!

Shinichiro asiente haciendo un sonidito de afirmación con la boca y se marcha lentamente, antes de salir por completo voltea a verlos y les da una mirada que les hace saber que no pueden ocultarle nada porque a final del día él se entera de todo.

Shinichiro era la figura paterna que los tres tenían y él podía llegar a extremos muy... Desagradables con tal de asegurar la felicidad de sus hermanos. Y Mikey no quería contarle nada del tema porque no lo quería investigando de quién eran todos esos detalles que estaba recibiendo, no quería que enterarse por alguien que no fuera su alfa.

Se voltea para ver a su hermana y le hace un gesto suplicante para que no diga ni una palabra al respecto y ella asiente.

—Confía en mí.– murmura extendiendo su mano y alzando el meñique.

Él se suelta a reír imitandola y pactan su silencio con una pinky promise.

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Estoy actualizando rápido pq básicamente ya tengo toda la trama de esto(like)
No será algo largo, quizás diez capítulos¿

cortejo secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora