—Estás son las reglas... —digo, luego de un minuto entero de silencio tenso—. Cada uno hablará por turnos, yo comenzaré. Tienen que decir cualquier cosa que se han guardado sobre esta familia, sin importar que tan horrible sea, ni cuanto crean que pueda molestar a otros. Mientras alguien hable, está prohibido interrumpir. Sin comentarios, sin excusas, y sin discusiones —mi rostro está rígido, como una roca—. Cuando terminemos, decidirán si quieren seguir como están ahora —miro a mi padre, pero hago énfasis en mi abuelo.
—Yo no tengo problemas con ninguno, ¿Qué se supone que voy a decir? —pregunta mi madre.
—No se trata de problemas con otros, sino de expresar qué sucede en el interior de cada uno, de cómo nos hemos sentido desde el principio, de qué queremos que cambie. Puedes decir lo que sea, todos pueden —respondo—. ¿Alguien tiene alguna objeción?
El silencio me responde.
—Bien... —respiro hondo y boto el aire—. Entonces empiezo.
Esta es la primera ocasión de mi vida donde mi familia de sangre esta reunida en el mismo lugar, y está dispuesta a escucharme solo a mí. Me observan expectantes, algunos tal vez temerosos de lo que vaya a decir. Mi intención no es señalarlos, ni decirles todo el daño que me hicieron, creo que, en el fondo, lo que quiero es que sepan cómo me he sentido toda la vida hasta este preciso instante. Conforme mi boca suelta palabras, me doy cuenta de que tenía aun más que decir de lo que pensaba.
El primer recuerdo que tengo de mi vida es muy específico, tanto que es imposible para mí no mencionarlo. Creo que era tan pequeña que aún ni hablaba bien. Era invierno, tal vez después de año nuevo, y yo había salido al patio a jugar con la poca nieve que se acumuló sobre el pasto. Mi cuerpo pequeño se movía con emoción, aunque más pronto que tarde me caí. No fue una caída dolorosa, así que solo estaba algo aturdida mientras sentía cómo me alzaban de espalda. Mi madre me dio la vuelta para hacerme verla, mientras respiraba de forma agitada, como si hubiese estado corriendo detrás de mí.
—¡Te dije que no salieras sin mí! —lucía enojada y preocupada.
Mi yo de ese entonces solo aceptó el regaño con tristeza antes de que una Dayana quince años más joven la abrazara.
—Jugaremos en la nieve mañana, es muy tarde —es lo último que dijo mi madre antes de que mi recuerdo se acabe.
No sé si efectivamente jugamos al día siguiente, de hecho, la mayor parte de mi vida solo era un recuerdo común sin ningún impacto en mí, como esas cosas que siguen en tu cabeza porque la jerarquización arbitraria de tu mente así lo quiso. Ahora, tantos años después, y luego de tantas cosas acontecidas los últimos meses, ese recuerdo me hace saber que mi madre siempre me ha querido, aún cuando nunca lo sentí, aun cuando hizo todo lo que nos trajo a este punto. Esa mirada de preocupación, esa misma que vi varias veces mientras crecía cuando una situación no era del todo segura, expresa más cariño que cualquier palabra. Esa es la mirada que le das a alguien que no quienes que sea dañado.
—En el fondo siempre supe que nunca me odiaste, no en serio —continúo, mirándola. Tiene un rostro estoico, aunque no creo que vaya a durar mucho así por como le tiembla el labio de vez en cuando—. Pero, al pensar en esas pocas veces donde me demostraste tu cariño mientras crecía, también me preguntaba por qué eso paró. Después de que me fui te necesité mucho, solo que me lo negaba para mantener mi orgullo intacto, cosa que claramente heredé de ustedes —digo en tono de broma—. No hablé de cómo me sentía con nadie por cinco años, ni con mi abuelo; no es como que haya sufrido en silencio, creo que fue justamente el guardar todo bajo la alfombra lo que me hizo estar tan feliz, pero en ocasiones, de noche, antes de dormir, viéndolos seguir sus vidas como si nada... supongo que si me entristecía un poco —suelto algo de aire.
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Mira más allá
Teen FictionTERMINADA Miranda es dulce. Miranda es brillante como el sol. Miranda sonríe todo el tiempo. Miranda salta sobre las adversidades. Miranda disfruta su día a día. Miranda es todo lo contrario a lo que Ian es. Y aún así, ellos no son tan distintos.