A pesar de que no es que sea un evento de la magnitud que tendría la fiesta de graduación, mis amigas —y, seguramente, el resto de las chicas de la escuela—, están empeñadas es verse como reinas para el aniversario de la escuela. Tampoco es como que haya muchas oportunidades de lucirse en cuanto a apariencia cuando vives en un lugar tan tranquilo. No hay fiestas cada semana, esto es todo un chance para sacar el glamour.
—Esto es incómodo —me quejo, queriendo sacarme la mascarilla de quien sabe qué de la cara. Parece petróleo.
—Solo tienes que tenerla diez minutos hasta que se seque, no seas tan impaciente —me dice Emily, que está acostada a mi izquierda.
—¿Exactamente qué rayos hace esto? —pregunta Britt, a mi derecha, tan disgustada como yo.
—Limpia los poros, saca los vellos, también los puntos negros. Nos dejara como modelos de revista —explica.
Mientras la mascarilla se va secando, es cada vez más difícil hablar, por lo que duramos varios minutos en silencio, escuchando una playlist que Britt hizo especialmente para hoy. Dura cinco horas...
Para que sepamos cómo sacarla nosotras mismas, Emily se quita la suya en un dos por tres, se nota que suele hacerlo seguido. Cuando es nuestro turno, la simpleza con la que Emily lo hizo se transforma en un martirio doloroso. Cada centímetro de mascarilla que se despega de nuestra cara llena nuestros ojos de lágrimas. Es algo tortuoso, porque se puede sentir cómo, pelito por pelito, esta goma negra nos está sacando la más mínima impureza de la piel. Nunca en mi vida planeo volver a probarlo.
—Vamos, casi terminan —nos anima—. La primera vez duele mucho, la próxima vez solo molestara un poco —asegura.
—Oh, ten por seguro que no habrá una próxima vez —niego con la cabeza, Jalando el ultimo trozo que está en mi barbilla. Britt aun batalla contra ella.
Cuando, por fin, las tres ya no tenemos ese producto del diablo en la cara, nos vamos a ver al espejo. Britt y Emily están algo rojizas, pero yo parezco directamente un tomate, dado que mi piel es, además de pálida, muy sensible a enrojecerse con facilidad.
—Se quitará en unos minutos, no se preocupan —dice Emily.
Para descansar de esa engorrosa tarea que nos fue poner y quitar la mascarilla, nos sentamos de nuevo en la cama y conversamos. Nunca se nos es difícil encontrar un tema, estos fluyen solos. El de ahora: la cita de Britt.
—¿Saben? Nunca miré a Jeremy como la gran cosa. Digo, odio a los chicos con lentes, y tiene esta seudo barba que tampoco me convence; pero fue bastante lindo al pedirme ir con él a la fiesta —nos cuenta—. Creo que, si llega a pedirme salir de nuevo, aceptaría.
—¿Y lo dudas aún? Te dio flores, y no solo flores, te dio un ramo de girasoles. No lo hizo frente a todo el mundo y, como guinda del pastel, tartamudeo un poco. Lo que significa que conoce lo que te gusta, no te quiso exponer a presión social para que aceptaras y, además, es absolutamente adorable —sonríe Emily—. Si a mí me hubiesen hecho una invitación así, probablemente estaría planeando la boda —ríe.
—¿Y qué hay de ti? ¿Quién y cómo te invito? Nunca me quisiste contar.
—Es porque saben que no ando solo diciendo todo lo que me pasa —se encoje de hombros.
Si en nivel de intensidad hablamos, en cualquier área, Britt lidera, yo me quedo con el segundo lugar y Emily se queda en tercero. La castaña es tranquila y bastante cerrada hasta con nosotras; no por desconfianza, sino porque, como antes nos ha dicho, prefiere que un asunto bueno o malo se resuelva o pase para así compartirlo. Britt, por su parte, es el tipo de chica que en las historias de Instagram pone cada cosa que hace sin problema alguno.
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Mira más allá
Fiksi RemajaTERMINADA Miranda es dulce. Miranda es brillante como el sol. Miranda sonríe todo el tiempo. Miranda salta sobre las adversidades. Miranda disfruta su día a día. Miranda es todo lo contrario a lo que Ian es. Y aún así, ellos no son tan distintos.