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Época de Navidad, y buscaba lo que fuera con tal de no decir que estuvo a nada de vestir santos ese año; poco más y se convertía en un santo digno de adorar en una iglesia. Pero ahora estaba entre los brazos de un desconocido que hacía pocas horas conoció en un bar a las orillas de la ciudad.
Zemo realmente quería ese toque, se sentía tan impuro pero muy necesario para su alma. No quería pensar en nada más que ellos dos en un momento que era tan jodidamente bueno. Cerró los ojos en espera de maravillas por el contrario, no quería ni deseaba hablar porque se merecía sentirse bien y disfrutar de eso. Quería disfrutar de sus placeres, tenía la mirada tan profunda que solo fue necesario que le lanzara flores y cayó en sus manos.
—¿Tendrías problema en follar con alguien como yo? — la pregunta le tomó por sorpresa a Bucky, tanto que sintió un tirón en la espalda
—No, pero... — dudó en lo que diría —podrías arrepentirte y no quiero aprovecharme de un idiota que no sabe ni lo que dice de tan ebrio que esta.
—No opino lo mismo, cariño. Estoy tan caliente por ti
No quería caer, pero ahora Bucky no sabía quién había caído en garras de quien.
—¿Estás seguro? — su atención estaba en Helmut —te doy la libertad de ele...
—Quiero que me folles, no me importa nada ahora, solo sé que quiero esto — su tono de voz decidida y en parte excitada no lo hizo dudar
—No lo haré
—Por favor, dime, ¿tienes miedo de que lo que sientes por un completo desconocido? — inquirió con recelo —si es así, me siento igual, pero yo no puedo perder nada; en cambio tú, ¿qué estás dispuesto a perder?
—Si lo hago, ¿qué podría perder? – repitió para sí mismo
—No lo sé, pero puedes probar al destino.
No lo pensó, y se acercó. Quería hacerlo sentir seguro, y ya era tarde para echarse para atrás.
Dejó de lado todo y cualquier otra cosa en su cabeza. Colocó su mano en la mejilla del contrario, sintió tibia el tacto. Si era un sueño, deseó no ser despertado jamás.
—Tal vez si valga la pena probar a el destino.
—Apúrate que estoy deseoso de sentirte
Comenzó tocándole, y así despertó cierta necesidad de satisfacerle, cosquillas le recorrían por toda la parte baja. Percibió un aroma dominante, se levantó para seguir el rastro. Encontró a James o Buck, ni siquiera recordaba bien como llamarle, frente a él con el pie ligeramente sobre la cama, soltó un suspiro para llamar su atención.
—¿Qué puedo hacer contigo? — se acercó encontrándose con su propia desesperación
James tocó el rostro de Zemo con un gesto de amabilidad; el aroma que desprendía era tan dulce y embriagante que despertaba lujuria y desespero en él.