CRYSTAL CLEAR |Muddy Green Waters Sequel ✧ draco malfoy [✓]

𝟏𝟐 - 𝐒𝐮 𝐌𝐚𝐝𝐫𝐞

R o s i e

Draco nunca dejaba de sorprenderme. Miré la esmeralda anidada entre los brillantes diamantes de mi dedo y mi corazón se hinchó de felicidad.

-Sin duda es un anillo digno de una princesa de Slytherin. - respiró Hermione cuando lo vio en el desayuno a la mañana siguiente.

-Confía en que el príncipe de Slytherin nos haga quedar mal al resto. - refunfuñó Ron, mirando el anillo con recelo.

Instintivamente, volví a mirar hacia la mesa de Slytherin y mis ojos se encontraron con los de Draco. Una sonrisa juguetona se dibujó en sus labios.

Un agradable calor se extendió a través de mí. Me sentí la mujer más afortunada del mundo.

***

Fue durante su clase de Pociones cuando un Ravenclaw de tercer año le entregó un mensaje a Draco; una petición para que subiera directamente al despacho de la directora de inmediato.

Rosie lo miró, con una mirada de preocupación en sus rasgos. Él le apretó suavemente los dedos, haciéndole saber que estaba bien.

Cogiendo su mochila, salió lentamente del aula y se dirigió al despacho del director. Todavía lo consideraba el de Dumbledore, a pesar de que desde entonces era el de Snape. Draco tragó saliva al pensar en los magos ahora muertos. Tenía la fuerte sensación de que otro estaba a punto de añadirse a la lista.

-Draco, por favor, siéntate. - le indicó McGonagall a la silla cuidadosamente colocada frente a su escritorio.

Se veía sombría, notó Draco, mientras se sentaba pesadamente. Esto no era una buena señal.

-Es mi madre, ¿verdad? - Afirmó. Su voz salió más dura de lo que pretendía.

McGonagall lo miró con tristeza y asintió lentamente con la cabeza. -Sí.

Draco sintió que se le retorcía el estómago. Podía sentir que el sudor se acumulaba en las palmas de las manos y de repente sintió como si el aire hubiera abandonado la habitación.

-Siento decir que ha fallecido esta madrugada.

Podía oírla decir las palabras, pero ninguna de ellas parecía tener sentido en su mente. De repente anhelaba a Rosie. Quería su toque tranquilizador, lo necesitaba más que nunca en este momento.

Miró hacia abajo y se horrorizó al ver que le temblaban las manos. Se agarró a ellas, tratando de controlar el temblor.

-Draco, sé que esta noticia debe ser un shock para ti. ¿Puedo ofrecerte un poco de chocolate?

¿Chocolate? Draco se preguntó de qué diablos hablaba esta mujer. Su madre acababa de morir y ella estaba repartiendo chocolates.

Se levantó temblorosamente. Necesitaba salir de este despacho.

-N-no... Estoy bien. - Se tambaleó un poco al llegar a la puerta.

-Draco, realmente creo que deberías...

Pero su voz se cortó cuando la puerta se cerró tras él. Con el corazón palpitante, bajó las escaleras a trompicones, sólo queriendo llegar a Rosie. El timbre ya había sonado, pero él rezaba para que ella hubiera vuelto a la sala común.

Sin embargo, al llegar al final de la escalera de caracol, allí estaba ella, esperándole.

-¿Draco? - Ella jadeó cuando sus brazos volaron alrededor de ella. Él la abrazó con fuerza, agradeciendo la sensación de su suave y cálido cuerpo contra el suyo. Para su horror, las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, aterrizando en su pelo. Fue consciente de que su cuerpo se agitaba a medida que los sollozos se apoderaban de él.

-Draco, ¿qué ha pasado? - La voz preocupada de ella se apagó contra el pecho de él. Ella levantó la vista, poniendo una mano en su mejilla, limpiando sus lágrimas. Este gesto sólo le hizo llorar más fuerte.

Cerró los ojos con fuerza, tratando de contener el flujo de lágrimas.

-Mi madre ha muerto. - Susurró, su cuerpo temblando al decir las palabras en voz alta.

Rosie lo atrajo hacia sí, abrazándolo con fuerza mientras él seguía sollozando. -Lo siento mucho, lo siento mucho. - siguió susurrando.

Consiguió finalmente serenarse y permitió que Rosie le cogiera de la mano y le guiara de vuelta a las mazmorras. La sala común estaba afortunadamente tranquila, los alumnos seguían en sus clases. Rosie lo arrastró hasta el sofá, él se recostó y colocó la cabeza en su regazo mientras ella le acariciaba el pelo hasta que finalmente encontró la paz del sueño.

***