El viento le removía el flequillo constantemente fusionando el rubio y el naranja en una mezcla ridículamente heterogénea. El olor a mar se le hacía tan agradable que no quería marcharse de allí, aunque esa no era la única razón. Se acomodó el abrigo denim que llevaba puesto y escondió la nariz en él, estaba segura de que ya la tendría roja. Cerró los ojos y disfrutó de la calidez del sol dándole de lleno mientras ella se abrazaba las piernas, sentada en aquella roca en la playa.
Le cosquilleaban las palmas de las manos y bien sabía por qué. Marina había prometido recogerla cuando le avisara que la necesitaba y luego se había marchado, abandonándola con una creciente ansiedad en el estómago. Había visto en el rostro de su hermana una sonrisa que le decía que tendría que contarle todos los detalles en cuanto se encontrasen de nuevo. Claramente lo haría.
- ¿Me puedo sentar? –escondió su sonrisa al escuchar aquella voz que podría reconocer en cualquier parte del mundo, a kilómetros de distancia o hasta debajo del agua.
Se giró levemente para verla, entrecerrando los ojos por la luz del sol, y le pareció un ángel allí bañada por la luz del amanecer. Lo guapa que se veía con aquella mullet no lo podía explicar, aunque siempre extrañaría la media melena que había llevado.
Se hizo un poco a un lado y golpeó la piedra con su mano.
- Adelante –respondió, ganándose una sonrisa de pequeños y perlados dientes blancos.
La alta morena tomó asiento a su lado y adoptó la misma posición que ella.
- Qué guapa vas, churri –murmuró, arrancándole una risilla tonta.
- Buenos días para ti también, Natalia –respondió con una sonrisa diminuta en los labios.
- ¿Para mí no hay cumplido? -inquirió haciendo un pequeño y adorable puchero.
Alba se la quiso comer allí mismo.
- Me encanta cómo te queda la mullet -respondió elicitando una sonrisa tan reluciente como el mismo sol.
- Sabía que te gustaría -presumió Natalia con aire triunfal.
- No te creas, casi me dio un parraque cuando vi que se fue la melenita. Tienes suerte de que todo lo que te haces te quede tan bien... -murmuró aquello último sin despegar sus ojos de los de la reluciente morena que la miraba con timidez y chulería mezcladas- y de que me gustes tanto -concluyó.
Ay, mi Albi.
Natalia se mordió la sonrisa antes de rodear a su rubia y engullirla en un abrazo largo y apacible. Quería que a la pequeña no le cupieran dudas de cuánto la había echado de menos, y también deseaba volver a empaparse de ella después de tanto tiempo sin verse.
Porque desde su último encuentro había pasado un largo y pesado mes, y con tanta gente rodeándolas tuvieron que conformarse con una simple despedida. Aun cuando quisieron alargarla, regresando a un abrazo y al sutil enganche de sus dedos disimilados, a ambas les supo a poco sabiendo que mucho pasaría hasta que se volvieran a encontrar.
Natalia hundió su nariz en el lado rubio del cabello de Alba, sintiendo la sedosidad de este acariciarle la piel y el aroma afrutado invadirle las fosas nasales. Qué gusto le daba volver a aquella persona que era su casa.
- Te extrañé -musitó la rubia mientras disfrutaba de la presencia y el contacto de su morena.
Cuántas veces le había dicho aquello en el último año, ya había perdido la cuenta. Le era tan complejo desmenuzar aquella relación tan íntima que tenían que, muchas veces, ni siquiera se molestaba en hacerlo. Prefería disfrutar. Ya sabría Natalia cómo resolver sus propios asuntos, ella estaba en paz consigo misma.
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One Shots - {ALBALIA}
FanficColección de One Shots Albalia que alguna vez escribí, pero que no llegué a desarrollar como historias completas.